Capitulo 10: ¿Cuánto más podre permanecer a tu lado?

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Corre... corre Aisha – Gritaba a través de la conexión – No te detengas.

Imposible – Sollozaba – Nos alcanzara.

Me encontraba huyendo de algo, en realidad no sabía que era de lo que Aisha y yo huíamos, pero ahora que caía en cuenta no estaba transformada sino que corría en mi forma humana. Me abría paso a través del espeso bosque, las ramas de los árboles secos me provocaban pequeños arañazos en el cuerpo, pero no me importaba lo más mínimo, algo en el interior me gritaba que si me detenía sería el fin de todo.

– Jejeje – Se dejaba escuchar a lo lejos una risa malvada, algo oscura y siniestra – Corre, corre mi pequeña lobita albina, corre... – Tarareaba con evidente burla en su voz.

De la nada y sin previo aviso, un enorme lobo de color café salió saltando de entre los árboles para colocar sus patas sobre mi espalda y provocar que cayera al suelo. Su cuerpo era pesado, su piel era tan ardiente que me quemaba al tacto, sus garras eran tan largas y afiladas que se clavaban con fuerza sobre mi piel.

Eres mía – Gruño en mi mente – Ahora no podrás escapar de nuevo.

– Dios... déjame ir Davor – Grite mientras intentaba quitármelo de encima, no se porque no podía transformarme en Aisha, lo intentaba pero era inútil.

Así que... esta es tu forma humana – Dijo mientras acercaba su hocico a mi rostro tanto que podía sentir su aliento – Hermosa en realidad... aunque prefiero más tu forma lobuna – Espetó mientras comenzaba a lengüetear mi rostro, su tacto me hacia estremecer.

– ¿Qué más quieres de mi? – Intente confrontarlo, debía de ser un sueño, mi yo actual no era si quiera capaz de susurrar ni una mísera palabra ante su presencia, ahora me encontraba aquí exigiendo respuestas – Que podrías querer de mí, si me lo has arrebatado todo, tus asquerosos hermanos y tu... – Dije con un hilo de voz entrecortado – Me han arrebatado todo lo que me importaba.

Ajaja!! No es suficiente castigo – Dejo escapar un gruñido – ¿Qué puede saber una niñata como tu? ¿Qué puedes saber del dolor de perder a alguien, de perder a tu alma gemela? – Gruñía con furia mientras dejaba ver sus afilados colmillos – Pero ahora... si que puedes – Soltó al final con amargura y astucia en sus palabras.

– No te atrevas – Grite mientras le propinaba un golpe en el hocico – Tócale un solo cabello y te mato – Dije con fiereza y sin atisbo de duda.

El golpe lo había mandado lejos de mi, mientras gritaba aquella amenaza lo observaba con detenimiento, un odio se apodero de mi cuerpo, no dejaría que lastimara a la única persona que me importaba ahora, nunca. Aquel enorme lobo comenzó ronronear de una manera macabra y siniestra, lentamente giro su cabeza hasta que sus brillantes ojos dorados se cruzaron con los míos. Odio, rencor, malicia y muerte, eso era lo único que reflejaban aquellos destellos que se colaban entre la oscuridad del bosque.

Primero... te haré mía – Dijo mientras se acercaba con cautela – Te haré suplicar porque me detenga y después... – Gruñó mientras se me abalanzaba de nuevo mordiéndome el antebrazo derecho – ¿Quién sabe? Descuartizar a tu mate sería muy poco, lo torturare, lo mutilare, tendrá una sutil y lenta muerte y ¿Sabes que? – Su voz era tan tenebrosa que comencé a perder el poco valor que había ganado, comenzó a morderme por todo el cuerpo, sus colmillo se sentían como finas navajas, daba la sensación como si me estuvieran apuñalando – Lo veras sufrir y morir con tus propios ojos, serás la espectadora de su propia muerte, así como el inútil de tu hermano.

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Comencé a removerme intranquila sobre la cama, ahora que caía en cuenta se había tratado de una pesadilla, pero era algo que nunca antes me había ocurrido, tan diferente de lo que recordaba. Tal vez mi instinto intentaba darme una advertencia antes de que fuera demasiado tarde.

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