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– El lobo aúlla con pesar hacia la luna... – Tarareaba una dulce y cálida voz – Gruñe a través del oscuro bosque... – Continuaba con la dulce melodía, aquella voz era tan delicada y cautivadora – Él quiere dormir pero no puede, la falta llora sobre sus hombros, y el frio inunda su amparo – Por la acentuación de cada nota diría que se trataba de una canción de cuna.
Sin duda alguna se trataba de un sueño... uno muy extraño a mi parecer; estaba convertida en mi forma niña humana, la ropa que traía puesta la conocía muy bien, era un pequeño vestido forrado con encaje blanco adornado con mariposas de colores... esa era la misma ropa que había usado aquel fatídico día. Me encontraba dentro de un castillo similar a mi hogar entre centenares de habitaciones e incontables jardines y patios... aunque todos ellos se encontraban en ruinas, había pedazos de escombro por doquier, el deterioro de las paredes y el techo dejaba entre ver que nadie habitaba allí desde hace mucho tiempo.
Comencé a caminar con extremo cuidado para no lastimarme con alguna piedra o escombro del suelo, la planta de mis pies al igual que la punta de mi nariz se tornaron un tanto rojos y se entumecieron y es que de una manera casi mágica la nieve descendía sobre mí tan delicada y fría que me congelaba.
– Lobo... lobo... no te atrevas a venir... no te dejare tomar a mi hijo... – Se dejo escuchar de nuevo aquella linda pero triste melodía – Lobo... lobo... no te atrevas a venir... no te dejare tomar a mi hijo... – Repitió con gran pesar y sollozo.
Me preguntaba de quien podría tratarse... a mi alrededor no había nada más que destrucción y olvido, no podía imaginarme que alguien siguiera viviendo entre ruinas.
– ¡Ahhh! – Escapo un grito de desesperación que retumbo por todo el lugar – Por favor... te lo ruego, no lo hagas – Suplicaba fervientemente aquella mujer.
Mis pies comenzaron una carrera en su búsqueda seguramente algo o alguien la había atacado por lo cual necesitaba ayuda, mis pasos se apresuraron cuando una sinfonía compuesta por el llanto de un bebé y los sollozos de unos niños pequeños se entremezclaron con el helado aire que chocaba contra mis mejillas.
Recorrí cada pasillo en busca de alguien con la esperanza de encontrar a aquellos pequeños para poder ponerlos a salvo, justo cuando estaba en el segundo piso un feroz gruñido llamo por completo mi atención, gire mi cuerpo con brusquedad mientras mis manos se aferraban al barandal que rodeaba el enorme pasaje, todos ellos se encontraban en la planta baja al lado de una fuente de cantera entre lo que un vez fue seguramente un florido y hermoso jardín.
Y ahí lo vi... un enorme y feroz lobo de pelaje negro que contrastaba de manera insólita con lo blancuzco de la nieve y la pálida piel de aquella mujer quien se encontraba derribada sobre el piso sosteniendo con firmeza a un pequeño bebé, mientras que otros dos niños pequeños yacían a sus pies.
– Mihael... tómalo... – Espeto la mujer con un timbre de voz desfallecido mientras colocaba con sumo cuidado a aquel bebé y lo arrastraba en dirección al niño más grade – Es tu pequeño hermano... Davor... Tú y Allen... deben protegerlo... deben de cuidarlo... – Vociferaba casi ya sin fuerzas – Mamá no podrá... estar más... a su lado...
¿Mihael... Allen... Davor? ¿Esto es... su pasado? No me digan que esa mujer es... la madre de estos hermanos... eso quiere decir que aquella bestia es... ¿Su padre? – Me cuestionaba en el interior, como podría saber si se trataba de un pasaje del pasado o una simple pesadilla figurada en mi mente.
La maldición no me consumirá... – Vocifero una gruesa y grotesca voz en el aire – Tú me salvaras... debes salvarme... – Espeto como si de una obligación se tratara, ahora que caía en cuenta aquella voz provenía de aquel lobo salvaje.
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Ocúltate
WerewolfAimi una mujer lobo de descendencia pura se ha obligado a creer que es débil e inútil, ocultando su propio pasado, viviendo día a día maltratos y burlas por parte de su manada, creyendo que incluso su propio mate la rechazaría sin dudarlo. Pero... ¿...