O1. La llegada a un nuevo hogar

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(CAPÍTULO O1:
La llegada a un nuevo hogar.)

     —Princesa, ¿todo preparado?—La voz fuerte de su padre hizo que se dirigiera hacia él

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—Princesa, ¿todo preparado?—La voz fuerte de su padre hizo que se dirigiera hacia él. La chica de ojos azules se levantó y palpó la cama, buscando su teléfono.

—Sí, papá. ¿Es hora?—La respuesta afirmativa la llevó a tomar su mochila, sintiendo el calor de su habitación.

—Te esperamos abajo, cariño—Asintió con la cabeza, sabiendo que su padre la observaba. Con lentitud y con la transportadora en la que llevaba a su gato, bajó las escaleras, contando los trece escalones que tan bien conocía.

El maullido del gatito hizo que la invidente sonriera. El sonido de la voz de su madre, informándole que sus maletas estaban perfectamente acomodadas y que solo faltaba el gato, la llevó a acercarse y entregar la transportadora.

—Sabes que debes poner la alarma, Leire—El tono molesto de su madre hizo que la castaña suspirara.

La risa burlona de su padre no se hizo esperar. Él subió, dejando algo en el regazo de la chica, quien rápidamente lo tomó, sintiendo una barra de chocolate que escondió en su abrigo, sabiendo que su madre se la quitaría.

—Soy ciega, no sorda, mamá—Sonrió, consciente de que a su madre le molestaba que usara su condición como broma—. No sonó la alarma, deberían comprarme otro móvil.

—No uses ese tipo de excusas. Está bien tener lo que tienes —Sintiendo la derrota, se recostó, disfrutando de los rayos de sol que daban en su rostro—. Espero que no estés molesta, cariño.

—No lo estoy, papá... —susurró—. Me alegra que podamos empezar de nuevo.

Sonrió, sabiendo que en unas horas llegarían al aeropuerto. Se colocó los audífonos para escuchar la voz de Edith Piaf, imaginando los momentos que no podía ver. Recordó que, días atrás, había salido al parque y había sentido el fuerte aroma de las flores, tomándolas en sus manos y recordando, de antes del accidente, la textura de cada una.

Un tulipán era la flor que tenía y empezaba a conocer; tocándola y guardando su aroma. Sonreía feliz, sabiendo que ahora disfrutaba más de los momentos porque los sentía y atesoraba al vivirlos.

—Cariño —La sacudida en su hombro la sacó de su ensoñación—, sal.

—Azúcar —Sonrió burlona y se estiró, tomando la mochila que tenía en el suelo del automóvil—. Vamos, papá oso.

Usando el apodo cariñoso que le tenía a su padre, lo tomó del brazo y salió, cogiendo con cuidado la transportadora de su mascota. Se dirigió con sus padres a uno de los asientos de espera, sabiendo que ellos comprarían los boletos. Acarició a su mascota, sintiendo su pequeña pata.

—Sr. Bigotes —susurró, sintiendo el pelaje del gato negro. Jugueteó varios minutos, escuchando los pasos de sus padres acercándose—. ¿Listo?

my eyes look at you | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora