33. Persecución y algo robado

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(CAPÍTULO 33:
Persecución y algo robado. )

     Los pasos de Solar se detuvieron abruptamente al detectar la presencia de cierto pianista

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     Los pasos de Solar se detuvieron abruptamente al detectar la presencia de cierto pianista. Suspiró con fuerza sin necesidad de tener que decir una palabra, giró lentamente para observar a Edward.

     —Hola—murmuró seria, aunque varias veces se habían hablado bien, desde lo sucedido con Bella jamás habían hablado más de lo debido.

     —Solar—El cobrizo sonrió débilmente y señalo el camino moviendo la cabeza—. ¿Podemos hablar?

     La violinista dudo un poco y después de mirar su reloj asintió, con pasos lentos siguió a su acompañante.
     El silencio a su alrededor era denso, fácil de cortar con un cuchillo al igual que los pensamientos que ambos tenían acerca de la charla que tendrían.

     —¿Así que Caden?—preguntó sin saber que decir el lector de almas, recibiendo una mirada no tan linda de parte de la cobriza.

     —Sí, Caden—confirmó Solar, apretando con un poco de fuerza sus manos formando puños.

     —Es un buen chico.

     Solar asintió ante esas palabras y después de ver un sentimiento de vergüenza de parte del lector de mentes se detuvo, sonrió sutilmente y le señaló.

     —Puedes decir los que tengas que decir, te permito esto, Edward—El aludido le miro con sospecha para después exhalar y tomar asiento en un tronco caído, ofreció lugar a la chica que sin dudarlo como lugar con él.

     Un corto silencio fue roto por el muchacho.

     —Quiero disculparme contigo, de la forma correcta—musitó casi con vergüenza—. No estuvo nada bien lo que llegué a hacerle a esta familia, Bella jamás debió ser parte de esto... solo causó problemas y lo arruinó todo.

    —En eso estás equivocado—Solar le interrumpió—. Conocimos a Aarón, Caden... ¡Por dios! Conocimos más a Leire—Se detuvo como si recordara algo, después le miro con los ojos furiosos y le recriminó—, quien sin duda también merece una disculpa de parte tuya.

     —Lo haré.

     Ambos sonrieron y Solar se acomodó en el tronco.

     —¿Sabes?—Edward observó a Solar permitiéndole continuar con sus palabras—. Toda mi vida pensé que contigo pasaría mi eternidad—se burló sin evitarlo y golpeó con suavidad el hombro del pianista—, creo que no estábamos hechos el uno para el otro.

     —Lo siento.

     —No te disculpes... ambos tuvimos cierta culpa en esto—Le señaló—. Tú por querer ir detrás de alguien que posiblemente no te amaría como debería y yo por dejarte ir sin pelear.

my eyes look at you | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora