Un sombrero blanco en la calle

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La alarma de un teléfono se activó, estaba arriba de una mesa, la cual era separada por un librero, y detrás del librero, se encontraba un chico debajo de las sabanas, quien le daba flojera ir para apagar su alarma, sin embargo, también le estaba irritando aquel sonido. Tuvo que levantarse para poder apagarlo. Después de hacerlo, quería regresar a la cama. Pero sabía que si lo hacía, probablemente quedaría pegado a esta y seguramente no volvería a levantarse hasta en la tarde. Y tenía escuela, asique no tenía elección.

Se cambió su piyama a otra ropa más apropiada, acomodo sus cosas y desayuno cereal con un vaso de chocolate, y por su puesto siempre llevaba su sombrero blanco. Fue caminando solo hacia la escuela, él tenía la ventaja de vivir cerca de su colegio, por lo que no tenía muchos problemas al cruzar las calles.

Las clases fueron normales, intentaba poner atención a sus materias, no distraerse y no quedarse dormido. Desde hace mucho, aquel joven se veía un poco más soñoliento, pero se esforzaba para tener un buen rendimiento en sus materias, no era el alumno estrella, pero tampoco era el peor alumno. Simplemente era neutral, como todos los demás.

Por suerte en el receso todo le iba bien, pues tenía pocos amigos, y su grupo se hacía llamar los chicos de los sombreros blancos, pero... como claro.... La vida no es perfecta, siempre a uno le ponen en el camino unas... cuantas piedritas. Y aquel joven no era la acepción.

Había unos chicos muy molestos, quienes no solo provocaban un gran alboroto en el salón, si no que molestaban a otros alumnos, o más bien, a los que les convenía, eran tan cobardes que no se meterían con alguien de su tamaño.

Aquel Joven adolecente, siempre lo evadía por cuantas veces le fuera posible, asique básicamente durante los recesos, buscaba lugares tranquilos donde almorzar o donde poder platicar con sus amigos, estaba dispuesto ser un fugitivo en la escuela, con tal de no toparse con esos compañeros, a parte, sabía que si lo llegaban a agarrar o lo empezaban a golpear, absolutamente nadie lo ayudaría. Era mucho mejor, evadir esos problemas.

Unas horas más tarde, las clases terminaron, y con mucho cuidado salió de la escuela para no toparse con esos acosadores, él sabía que llegando a casa finalmente se todo estaría bien, solo terminaría sus tareas y seguiría conectado en la computadora hasta muchas horas.

Él podía estar en frente de la computadora hasta las tres o cinco de la mañana, pues normalmente sus padres se iban a trabajar desde muy temprano hasta muy tarde, por lo que no lo vigilaban, con que solo no reprobara una materia, sus vidas seguirían tranquilas, de hecho fue así como el aprendió a hackear sistemas, controles de mando, instalar un sistema operativo en un USB etc. Gracias a todo el tiempo libre que no pasaba con sus padres. Desde a los ocho había empezado a tener interés en ese tema, y valla que aprendió bastante, y aun así seguía aprendiendo más, desde que había encontrado a una amiga fuera de su país, se empezó a llenar más y más información de ese tema.

Se había acostumbrado a estar siempre conectado para siempre hablar con su amiga y sus otros amigos, el realmente se la pasaba bien con ellos, e incluso casi se le olvidaba que tenía padres, de todos modos a él no le preocupaba, pues de hecho, como él estaba tan apasionado por la informática y sistemas operativos, sus padres estaban apasionados con su trabajo. En eso se sentía mal, él quería amarlos de verdad, y que ellos lo amaran a él, pero lastimosamente, cada quien vivía en su propia isla desierta.

Este joven no nació en un buen momento por lo que, él fue una de esas sorpresas inesperadas, por lo que sus padres lo cuidaron solo por obligación y realmente nunca mostraron interés en mostrarle afecto a su hijo, o eso parecía para aquel joven. Pero de todos modos quien no pudiera culparlo de pensar de esa manera, ni siquiera les podía dar unos buenos días a sus padres porque estaban en el trabajo.

El chico se perdía en sus pensamientos en lo que llegaba a casa, sin embargo no se dio cuenta al cruzar la calle, que una camioneta venía con una gran velocidad. Él estaba en un trance depresivo, como de repente a todo adolecente le llega a dar, lastimosamente le llego en el momento equivocado, pues sus pasos en la carretera eran lentos, y sus oídos llevaban audífonos con música a todo volumen, por lo que cuando aquella camioneta estaba a punto de tocarle, fue demasiado tarde para él, solo pudo abrir la mandíbula de impresión y encogerse de hombros. Un fuerte estruendo sonó como un eco, aquel impacto de un objeto golpeando a otro más pequeño.

Un sombrero blanco manchado de rojo Carmesí, ya sia en la calle.

CARMEN SANDIEGO el amor entre una ladrona y una agente (FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora