✅| Primer libro de la saga Demons completa.
Sinopsis
━─━──── ༺ ༻ ────━─━
"Tú sabes quién lo hizo. Eres consciente de mi muerte y serás el peón que se moverá primero a la hora de mi venganza".
En un mundo oscuro como el nuestro, nos es inevitable...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La misma pregunta resuena una y otra vez en mi cabeza. Era la misma duda que me atormentaba día tras día. Cuando ellos lo mataron, una gran parte de mi murió. Las pocas esperanzas que tenía de vivir en paz se esfumaron en el aire.
El "por qué" decidieron eso era obvio para mí, pero a la vez no comprendía el deseo de dañar a alguien inocente como lo fue ese chico.
Sus bellos ojos marrones jamás miraban a alguien con egoísmo o superioridad, las sonrisas inocentes siempre tranquilizaba a todos y en su enorme corazón solo existía el amor y la bondad.
«¿Cómo es que existía un ser tan perfecto? ¿Y por qué está con alguien tan contaminado como lo estoy yo?».
Esas eran preguntas que me hacía al estar con él, preguntas que jamás tuvieron una respuesta concreta. El día que decidimos escapar, para intentar vivir felices, lejos de los culpables de mi destrucción. Él murió, lo mataron. Mataron al amor de mi vida, Jeremy Brown era todo lo que tenía, era lo que me ataba a este asqueroso mundo, pero ahora ya no tengo nada. Yo no soy nadie.
—Detente, deja de pensar en él... —me regaño en voz alta mientras respiro hondo para calmar mi agitado corazón.
Me obligo a relajarme en la enorme tina, el agua tibia calma mis tensos músculos y cada vez siento más calmo el cuerpo. Cierro los ojos y dejo que el agua me cubra por completo. Dejo que todos los recuerdos del pasado vengan a mi mente, pequeños flashbacks vienen y se van con la misma velocidad. Pero hay algunos que perduran en mí y no dan tregua a la paz.
Siete años atrás
—¡Eres una mala niña! ─una fuerte bofetada es impactada en mi pequeña cara, haciéndome hace caer al suelo de madera—. ¡¿Cómo te atreves a morderme?!
Su grito me asusta hasta los huesos, pero me mantengo quieta, inmóvil y neutral. Ninguna lágrima es derramada y ningún ruido sale de mi boca; he aprendido de forma dolorosa que eso lo empeora.
—Es que... me duele. Me duele mucho —susurro con lentitud, apretando con fuerza mi parte baja, mirando al suelo. Lo último que quiero ver son esos horrendos ojos grises.
Pero mis súplicas no fueron escuchadas, ni por él ni por nadie más. Su abuso duró unas dos horas aproximadamente, los asquerosos fetiches, su repulsiva lujuria y la repugnante imaginación parecían no tener fin.
Aquella misma noche, cuando apenas tenía diez años, el suicidio pasó por mi mente.
Unas cientos de pastillas de dudosa procedencia habían llegado a mis diminutas manos, pues el botiquín de ella siempre estuvo a mi alcance. Como si mi madre me diera esa opción cada vez que me llamaba a su cuarto en forma indirecta.
Pero, como era sabido, ellos jamás dejarían morir a su juguete favorito. Tan pronto como me hallaron en el suelo de mi baño, vomitando y convulsionado, me llevaron al hospital más cercano. No por preocupación de perder a una hija, sino por el terror de acabar con su diversión tan insana.