CULPABLE | COMPLETA ✔️ (+18)

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—Maldita zorra, juro por el maldito Dios que te mataré—aún en el suelo, sigo maldiciendo a esa zorra una y otra vez con el dolor punzante en mis huevos —. ¿Cómo no te tiré por la ventana, idiota? Estúpida con pechos enormes. Te odio...

Por suerte para mi preciado amigo, Elisabeth había fallado al golpearme. Pero eso no quiere decir que no me haya dolido, y, cuando por fin mis huevos me dejan de doler, salgo de la habitación e intento excusarme con la frase "Me perdí en tu maldita casa de niño rico".

Todos se la creyeron, aunque el señor Adam me observa como si hubiera robado algo suyo. Su molestia es ocultada debajo de una máscara de felicidad y cortesía. Llega la hora de irnos, todos comienzan a despedirse y lo único que hago es darle mis amenos saludos a mi nueva amiga.

—Te mataré, perra—beso su mejilla y Elisabeth hace una mueca de asco, pero con una sonrisa en su carnosos labios.

—Espero que te quedes sin descendencia, enfermo—murmura con enojo, pero su sonrisa dulce hace creer que me está dando las buenas noches.

«La perra tiene actitud, me gusta...».

Le doy la última pasada a su cuerpo, sobre todo a sus tetas, las cuales sobresalían del escote en V que traía su vestido negro de tela fina.

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—¿Por qué caminas como si te lo hubieran metido por detrás?—es lo primero que escucho al entrar a mi habitación.

—Me partieron los huevos, hermanito—gruño con dolor e intento acostarme en mi cama con cuidado.

—¿La de ojos verdes?—pregunta con interés—. Tiene pinta de romper huevos a los idiotas que la acosan sexualmente.

Gruño mientras meto mi mano en el pantalón para cerciorarme de que mis amigos sigan puestos en su lugar.

—Primero que nada, no se considera acoso porque todas quieren follar conmigo—aclaro tranquilo y Jack me mira con asco—. Segundo, yo la llamaría zorra de pechos grandes, pero sí, me partió la madre.

Río un poco al recordar esos extraños ojos verdes con manchas azules. Sí mal no recuerdo, a eso se le llama heterocromia.

La comenzaba a odiar, pero no podía negar que tenía un buen cuerpo, a diferencia de su hermana, que era jodidamente delgada y casi no tenía pechos, aunque sí algo en la parte trasera.

—Estoy seguro de que Ruby las tiene más grandes—sus cejas gruesas se hunden y enciende el televisor para poder jugar a los videojuegos.

—Las de Ruby son operadas, no cuentan. Esa perra las tiene naturales; y si no me hubiera golpeado, estoy seguro de que lo hubiera descubierto—!o puedo evitar morder mi labio al imaginarlo.

—Deja de comportarte como un virgen, no es la gran cosa... —una carcajada sale de mí al escucharlo.

—¿Piensas que me puedes engañar? Te vi mirándola como si fuera la última vagina en toda California. ¡No me jodas, Jack!—otra carcajada sale de mí y unos ojos llenos de enojo se clavan en mi cabeza.

—Para nada. He visto mejores—corre su vista y frunce la nariz; estaba mintiendo. Ese tic nervioso me lo decía claramente.

—Sí, sí. Y yo no soy tu sexy hermano mayor... —me burlo de él, pero mi sonrisa se desvanece al ver sus ojos.

—No, no lo eres, idiota—se sienta en el suelo y comienza a jugar con la play.

Sus ojos no me observaban, pero siento la ausencia de las emociones y su frialdad. Aprieto mis labios e intento en vano no recordar algunas cosas de nuestro pasado.

9 años atrás

Misisipi - ubicación desconocida

—Espera, Austin. Nos van a castigar—me jala de la mano mientras llora en un susurro.

—Que no nos van a castigar—tapo su pequeña boca con mi mano y lo obligo a pasar por encima de la cerca que separaba el orfanato de la calle—. Hoy es tu cumpleaños y vamos a festejarlo bien. Te lo prometí.

—La señora Carmen dice que eso se celebra con la familia—sus pequeños ojos se vuelven más claros y cristalinos—. Yo ya no la tengo, Austin...

—Nosotros somos familia, hermanito—sostengo su mano y comenzamos a correr hacia una pequeña alberca en donde hay más personas, familias, amigos; gente normal.

Sus ojos vuelven a tener todas las emociones, brillan de felicidad y una enorme sonrisa se forma en su rostro. Gira hacia mí y luego me da un enorme abrazo.

—Feliz cumpleaños, hermano menor—acaricio su cabello y lo vuelvo a abrazar.

Parpadeo dos veces para volver al presente. Suspiro al recordar aquellos tiempos. No puedo decir que fueron momentos felices, pero sí hay recuerdos inolvidables. Si no fuera por él, por aquel maldito hijo de perra, esos momentos serían solo de alegrías y no asquerosamente horrendos.

Me acerco a Jack para mirarlo mientras jugaba. Sus ojos ya no me mostraban sus emociones, pero puedo ver claramente que hay algo que le molesta.

—¿Qué ocurre?—mi voz lo obliga a pausar su juego.

—Descubrí que tenía una hija—su rostro gira para mirarme y, muy en el fondo, veo algo de inquietud—. Esa niña se quedó huérfana, como nosotros...

—Te dije que no busques informas sobre las antiguas víctimas—me quejo, sentándome con él en el suelo—. Además, fue culpa de su madre al creer en nosotros. Ella fue una buena presa, ¿no?

Ríe, más calmado que antes.

—Sí. Sus gritos eran peores que los de un cerdo en el matadero.

—No te inquietes por esa niña. Si se comporta, seguro que la adoptarán pronto. —la voz de Jackson habla tan pronto como termino mi frase.

—O tendrá que protegerse por sí misma, como lo hicimos nosotros, ¿verdad, hermano mayor?

—Exacto, hermanito—despeino su largo cabello negro, haciéndolo enfadar.

Luego de la pelea, Jackson se emociona por algo, toma su celular y me muestra dos fotos que me quitan algo de la sonrisa que llevaba en ese momento.

Eran las hermanas.

—Creo que ya tengo otras nuevas víctimas...—la voz de Jackson cambia. Ahora era más baja, grave y llena de emoción; emociones muy peligrosas.

—Me parece bien—concuerdo con mi hermano.

«Que empiece la diversión para Jackson».

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