• Asco •

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Elisabeth Jones

—Tú sí que sabes cómo dar problemas. ¿Verdad, Elisabeth?

El fuerte agarre que Adam me da al instante que nos alejamos de todo es suficiente para poner todas mis alarmas en rojo; por alguna razón, miro detrás de mí. Austin sigue con su vista fija en nosotros, no sé qué ve desde su lugar, pero sí noto cómo su rostro cambia abruptamente y una explosión de emociones fugaces aparecen en sus oscuros ojos lejanos.

Antes de poder saber cuál es su siguiente acción, Adam me aprieta con más fuerza la muñeca y me obliga a subir escaleras arriba con prisa, lo que provoca que mi corazón detenga sus latidos con cada escalón que subimos.

Más personas intentan saludar o establecer algún tipo de charla con él, pero Adam tan solo les da una leve mirada y un asentimiento de cabeza. Yo intento buscar mi voz o algún tipo de fuerza para poder frenar mis pasos y pedir ayuda a alguna persona que se cruza en nuestro camino, pero simplemente no puedo.

El simple hecho de estar junto a Adam, y el saber que Daniel puede estar tan cerca de mí me hiela la sangre. No logro procesar nada, tan solo me quedo quieta y sigo los pasos de Adam, como siempre me han enseñado desde pequeña. Nunca tuve voz ni voto. Si a Adam, a Daniel, o a algún amigo de la familia le apetecía estar con una niña indefensa, lo único que yo podía hacer era estar quieta. Preparada para todo y no poner resistencia. Tal como ellos tres me enseñaron.

Entramos sin más a una de las muchas habitaciones. Adam aprieta más mi brazo y provoca que sienta una quemazón por la fricción y el dolor de su fuerza. El repentino empuje que da Adam me hace tropezar con mis propios pies y caer al suelo de un golpe seco.

—Adam... —Lo llamo en un susurro tembloroso.

No responde, pero me mira a lo lejos y, por desgracia, mis lágrimas impiden ver lo que aquellos demoniacos ojos mostraban; lo que provoca que el terror se active por todo mi ser como un botón de alerta. Se quita el saco, desabotonando los botones de la camisa blanca y luego desajustando su corbata. Sigo cada movimiento que él hace, maldiciendo todo lo maldecible por haberme dejado arrastrar hasta aquí. Entiendo lo que está por pasar, yo caí en su trampa, en la telaraña perfecta. Me dejé capturar tan sencillamente que da miedo, me da mucho miedo.

¿Es que acaso aún no aprendía? Era obvio que él haría de las suyas tan pronto como estuviéramos a solas. Ya he perdido la costumbre de sentir este intenso dolor en mi corazón, notar cómo mis pies tiemblan, impidiendo que logre huir y saber que no puedo gritar u oponerme porque yo ya estoy programada para estas cosas y mi cerebro se niega a cooperar conmigo.

—Te atreviste a llamar la atención y casi me haces quedar mal en frente de todos los invitados. —Se acerca, llamo a todas mis fuerzas para lograr pararme, pero es demasiado tarde. Adam me toma del cabello con tanta fuerza que escucho cómo arranca cientos de cabellos de raíz a la vez—. Si fuera por mí, te mataría aquí mismo. Eres una puta molestia, Elisabeth.

Habla entre dientes, siseando y escupiendo todo su veneno en mi cara. Aparto lo más que puedo mi rostro del suyo, cierro los ojos con fuerza al sentir cómo aprieta más fuerte mi cabello. Muerdo mi lengua con fuerza para impedir gritar, pero los gritos de dolor ya comenzaron a ahogarme e impiden que respire apropiadamente.

Necesito respirar, quiero liberarme de su agarre, de la prisión que todos ellos construyeron a mi alrededor desde que tengo ocho años. Pero siento que no puedo, aún les temo; de tan solo saber que uno de ellos están cerca de mí, logro estremecerse de horror y recelo.

—¡E-esto es tu culpa! —exclamo dolida, sin poder contenerme.

—¿Mi culpa? —responde sonriendo cínicamente—. ¿Acabas de decir que lo que pasó es mi culpa? —Su espeluznante sonrisa crece con cada acercamiento que da hacía mí—. Elisabeth, tú eres la culpable de todo lo que pasó y lo que pasará...

CULPABLE | COMPLETA ✔️ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora