6-. On my knees.

232 16 8
                                    

Evidentemente no esperaba que Rose quisiera cancelar nuestro contrato, he sido un cabrón por intentar más con ella.
Me confirma que no es una más del montón, que ella es una dama, en la extensión de la palabra.
Reconozco mi estupidez, por ello me atreví a mandar el dibujo de sus ojos, con la esperanza de hacerla recapacitar en su decisión. Creo que la he convencido.

Hace unas semanas, las primeras veces que la vi, no niego que me alteró los sentidos que incluso imaginé teniéndola en mi cama haciéndola gritar mi nombre, pero apenas se vio reflejada esa mirada en mi vicepresidente, la manera tan ruin en que observaba a Rose y como lamía sus labios con necesidad, me sentí un pendejo porque quise partirle la cara al muy imbécil por mirarla así cuando yo mismo la miré de esa forma.

Hace un mes que firmamos el contrato, mi relación con ella no es más que estrictamente profesional, ella se comporta como toda una empresaria, dirige las juntas con tanta pasión que a todos en la sala nos hace sentir inspirados de pronto.
Yo no me he interpuesto en ninguna decisión que ella ha tomado para la primera campaña de la disquera, todas sus propuestas me han parecido excelentes.

Quizá sea porque ya no la veo como la mujer que se ha atrevido a rechazarme en todos los aspectos posibles, sino como la empresaria que dicta y dispone de empleados para seguir sus órdenes.
Me he vuelto un adicto a sus ojos, y sé que ella no lo sabe, porque no he cambiado en lo absoluto mi manera de ser, sigo siendo el mismo patán de siempre.

Pero hay algo en mí, algo que me quita el sueño y que no me deja respirar tranquilo, como si tuviera una daga en el pecho.

-¿Maddox, puedo?- miro a la puerta, asiento solamente, mi mejor amiga Juliette es una excelente psicóloga, hemos sido amigos desde que teníamos 16 años y jamás intentamos tener una relación amorosa, cosa que para mí ahora es extraño, sin embargo, ha sido un salvavidas para mí en mis momentos más duros.

-Que bueno que vienes, Julie- me levanto del escritorio.

-Tenías desde la boda que no me necesitabas-

-Que no te necesitaba como psicóloga- le digo y me siento a su lado, saludando con 2 besos.

-Bien, ya estoy aquí- suspiro y arrugo el entrecejo. Ella toma mi mano. -¿Es una mujer la que te tiene así?-

-No es "una mujer", tiene un nombre, Julie, por primera vez, tiene nombre y me jode la idea de que ella no me vea, que nisiquiera se tome el atrevimiento de mirarme, que le importe un carajo que este a su lado. Me desespera esa mujer porque... mientras la imagino haciendo el amor con su prometido, yo me he convertido en un impotente-

-A ver, Maddox- quita las manos de mi rostro. -¿Tu impotencia sexual es lo que te afecta?-

-No me siento menos hombre, Julie. Sé que soy un cabrón, que puedo tener a cuanta mujer se me cruce al frente sin tener que cogermela- me callo un segundo. -es el sentimiento de saberla de alguien más, que a ella no le importe nada que yo efectivamente me coja a medio mundo-

-¿Han tenido sexo?-

-No, ella es una mujer... que lleva el honor en las venas, que está comprometida en cuerpo y alma a su prometido, no queda espacio en ella para una infidelidad-

-¿Has tenido sexo después de conocerla?-

Asiento y me recargo en el respaldo del sofá.

-Con Mila, estaba muy ebrio y celoso de Rose-

-¿Celoso?-

-La imaginé con...- antes de contestar ella asiente. Sabe a lo que me refiero. -El problema es que lo he intentado, he intentado varias veces, con varias mujeres y simplemente no puedo, mi cuerpo se congela y aunque piense en ella es imposible-

H.e.r.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora