14-. One hundred roses.

348 15 5
                                    

Despierto, no hay confusión, sé lo que hice ayer, sé que dejé a mi prometido esperando por mí en el altar, sé que no asistí a mi boda por venir a casa de Maddox.
Hay claridad en mí al pensar en esto, en sentirme aquí. Suspiro y pronto siento la mano de Maddox colándose en mi vientre por debajo del edredón, sonrío de medio lado.

-Buenos días, Rosie- besa mi mejilla, me giro para verlo a los ojos, para hacerme sentir segura, entonces él me sonríe. Y sé que estará todo bien.

-Nadie sabe donde estoy- le digo, él besa la comisura de mis labios. -Debería llamar a mi madre-
Él asiente y baja de la cama. Toma su celular y me lo da.

Marco el número.
A los tres timbres, escucho la voz de mi madre.

*-Hola- su voz se nota apacible, Maddox me sonríe. Me hace la seña de que estará abajo, solo asiento.
-Madre, soy Rose- le digo con sincera vergüenza.
-Hija, que bueno que llamas- me dice, se escucha feliz, pensé que ahora mismo estarían incendiando el mundo por no tener noticias mías. -Ayer Albert nos contó que te había llevado a casa de Maddox-
-Madre yo...
-Tranquila, tú disfruta, y hablamos cuando vengas a casa-
-Gracias mamá- le digo, ella cuelga y bajo de la cama.
Por supuesto que no puedo ponerme mi vestido de novia, así que opto por vestir solo la lencería, omitiendo los broches y demás. Abro el clóset de Maddox, su aroma sale a flote apenas abro. Saco de un cajón una camisa blanca, no es que tenga más opciones.
Abrocho los botones y bajo, escucho su voz y guiada por él, llego a la cocina donde lo encuentro cantando.
Me quedo en el marco de la puerta, observándolo. Él gira con el miserable en la mano y entonces me mira.

-Hey- me dice y me ofrece su mano, que por supuesto tomo.
Baila a mi lado Last train to London, canta a todo pulmón y no evito seguir la letra.
-Que bella eres- me dice, para después besar mis labios.

Él prepara el desayuno y nunca me había sentido tan amada, tan consentida. Me siento en casa con él.
El tiempo pasa y mis pensamientos abordan mi seguridad. Me quedo mirando hacia la nada, en lo que tengo que solucionar y hablar con Ian, le debo una disculpa.

-¿Podría pasar por ti?- habla Maddox.

-¿Mmmm?- musito y enfoco mi vista en él

-¿Qué pasa Rose?- me acaricia la mejilla y sonríe con ternura mientras se acerca a mis labios.

-Nada, es solo... el sopor- termino con la distancia y lo beso. Yo podría besarlo todos los días a cada segundo del día.

-Iré a por ti, hablaremos de esto- sonríe tomando una de mis manos.

-Estaré en casa de Helena- le digo poniendo mi mano restante sobre las suyas. -Tengo que hablar con Ian-

-Puedo hacerlo contigo. No tienes que hacerlo sola-

-No Maddox, tengo que hacerlo yo- él niega.

-No estás sola, Rose. Ahora estoy yo- le dice tomándome la mano.

-Gracias- le sonrío. -Pero me toca a mí encararlo ¿entiendes?- tomo su rostro entre mis manos, él asiente.

-Eres hermosa, Rose- me da un tierno beso en los labios, por corto que haya sido me deja con los ojos cerrados.

-Gracias- digo jalandolo hacia mí, me acurruco en sus brazos y él besa mi cabello.

-¿Quieres algo de ropa o piensas irte en vestido?- me pregunta con una sonrisa.

-Me llevaré puesta tu camisa, si no te importa- le digo, él niega y sonríe triunfante. -¿Podrías llevarme a casa de Helena?-

-Por supuesto- me da un beso. -Déjame vestir y estoy aquí en 5 minutos-

H.e.r.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora