10-. Bless your soul.

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Después de aquel beso nos vimos siendo interrumpidos por mi madre, Rose ignoró mi presencia lo que restó de la noche y al irse se despidió solo de mi madre.
La rubia canceló nuestra cita del lunes y nuevamente es sábado. Tengo una semana sin verla y esto ya es demasiado hasta para mí. Estoy volviendome loco por verla.

Mi madre aceptó mi propuesta de vivir conmigo, le agradecí por aceptar pues esta casa es demasiado grande como para solo acogerme a mí.
Tomamos el desayuno juntos y le hago saber mis deseos de ir a casa de la rubia.

-Ella está en una posición difícil hijo, y tú lo estás más, ¿cómo te plantas ahí solo para hacerla confundir?-

-No intento eso madre, solo quiero que me diga el porqué de su indiferencia, no quiero confundirla quiero que ella deje de confundirme a mí-

-Si no ha hablado contigo es porque hay un motivo poderoso, ¿no te das cuenta?-

-Esa mujer me va a sacar canas verdes, madre-

-Dejala pensar las cosas unos días más-

-No madre, no puedo dejarla así, ella va a casarse con un imbécil que la engaña-

-¿Y quieres que corra a tus brazos apenas esté libre?- achina sus ojos y mete a su boca un trozo de fresa. Niego con la cabeza.

-Pero mi matrimonio acabará pronto, el contrato exigía que estuviera con ella un año y eso espero, a que se termine este jodido año- me froto las manos sobre la cara.

-Primero debes convencerte de una cosa- me señala con el tenedor en su mano. -Antes asegúrate que ella no ama a su prometido- arrugo el entrecejo. -Si no lo ama, incendia el mundo con tal de conseguir su amor- me sonríe con dulzura.

¿Qué puedo decirle? La mujer me ha guiado toda mi vida y si me convertí en un idiota ha sido por mi elección. No por ella.
Dakota y yo fuimos educados por una mujer excelente, llena de valores invaluables.

Me armo de valor para presentarme en su casa, importandome muy poco si el pendejo de Ian está con ella.
Toco a su puerta varias veces, porque me hice de Helena para agregarla a mi lista de amigos, convenciendola de que me diera su dirección.
De momento a otro me veo parado frente a su puerta, tocando el timbre varias veces como si mi vida dependiera de que ella abra la puerta, he tocado más de 10 veces, sin dejar descansar al timbre.
Efectivamente Rose abre la puerta enfundada en unos jeans rotos y una blusita sin sosten que me permite admirar sus senos menos de dos segundos, pues cruza sus brazos y yo la miro a los ojos, por respeto.

-¿Qué?- dice y se muerde la mejilla desde adentro.

-¿Qué?- le pregunto con ironía, -Pues a eso vine, a qué me dijeras qué sucede contigo- le digo entrando a su casa aun sin permiso. Sonrío de medio lado al asegurarme que su casa huele como ella.

-Nada, ahora si me disculpas tengo muchas cosas que hacer- ella va al pasillo y veo las escaleras. -Te quedas en tu casa- dice para subirlas, me quedo un segundo observando el living, me sorprende la organización que tiene esta casa y el color, todo es blanco.
La sigo, subiendo los escalones de tres en tres y me encuentro con varias puertas, me guío por su aroma y entonces abro la puerta.
Ella bajó sus jeans hasta sus rodillas, dejándome apreciar la braguita que lleva.

-Sal de aquí- dice tomando las presillas de sus jeans y me mira con sus ojos destellando, sé que se enojo, pero lo ha valido.

-No, no hasta que me digas-

-No tengo nada que hablar contigo- me dice enojada, sube sus jeans nuevamete dejando sin abrochar el botón y el zipper.
Iba a cambiar su conjunto de ropa y yo, cabrón, se lo he impedido al seguirla hasta su habitación.

H.e.r.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora