37-. DAKOTA & GIA

157 8 1
                                    

Mi hermano Maddox se casa en 3 meses, últimamente ha estado un tanto pensativo, sé que es nuestro padre quien lo hace cuestionarse sobre todo lo que hace.
Le he pedido decírselo a Rose, pero él me responde que no quiere agobiarla y menos en vísperas de su boda.
Maddox siempre fue muy protector, no solo conmigo, sino con mamá también.
A los 10 años, le tocó ser el hombre de casa.
Mi padre tomó la decisión de irse y no despedirse de ninguno de los tres, los primeros tres años no supimos de su paradero, solo lo que mi madre nos hizo saber, que él nos dejaba para sanar su cáncer y no hacernos partícipes en su enfermedad.

Maddox y yo lloramos miles de veces, en espera de alguna nota, alguna carta o llamada que nos hiciera saber que estaba bien... o que ya no estaba más.
Sin embargo, fuimos creciendo, dándonos cuenta que no eramos importantes para él. Que el dinero que llegaba, no era mandado por él, sino de nuestro fideicomiso.
Maddox y yo crecimos y nos ayudamos en nuestras situaciones, nos vimos siendo tres y saliendo adelante por nuestra grandiosa madre.
La mujer que nos vio convertirnos en adultos.

Hoy, le pido a Maddox reunirse con nuestro padre, no por placer, sino para dejar las cosas en claro con él. Ambos necesitamos hacerle entender que no puede tomar partido en nuestras decisiones.

Phoenix me mira y sonríe. Casarme con él me hizo sentir completa, como jamás me sentí. Siendo cobijada por su familia, estoy agradecida con Rose por presentarme a quien ahora es mi esposo.

Me da un beso y me guía a su auto, abre mi puerta y luego entra él.
Media hora después, repite su acción.

-Llamame cuando quieras que pase por ti- me da un beso en los labios. -Te ves hermosa- susurra en ellos.

-Ya me lo dijiste, miles de veces hoy- le digo y vuelvo a besarlo.

-Y te lo seguiré diciendo apenas llegues a casa- me da un abrazo.

Entro al restaurante pidiendo mi reservación. No tengo mensajes ni llamadas de Maddox. Espero que él venga.

Mi padre ya está aquí.
Me siento y lo saludo con un apretón. No sé como debo presentarme ante él.
Si nisiquiera ha querido conocer a Phoenix.

-Phoenix estaba aquí, vendrá por mí, por si deseas conocerlo- le digo, para que por fin se haga a la idea de que estoy casada.

-Se lo dije a Maddox y ahora te lo digo a ti- mi padre me mira, su mirada fría y extraña me da escalofríos. -No me gustan los alemanes. Esos Decksheimer no son suficientes para ustedes- hay rabia en sus palabras, como si conociera a alguno de ellos.

-¿Qué?- le cuestiono enojada, él no puede hablar así.

-Entiendanlo- se levanta de la silla. -NO VAS A ESTAR UN DÍA MÁS CON UN ALEMÁN- me toma del brazo obligandome a levantar. No voy a llorar, no voy a darle el gusto de verme hacerlo.

-¿QUÉ TE PASA?- Maddox llega y lo empuja por el pecho, él me suelta, mi hermano me pone atrás de él, con sus manos empuñadas.

-Maddox no...- interfiero, pero él no va a escucharme.

-...Ni esa zorra, ni ese idiota son los mejores partidos. Esos alemanes son unos hijos de puta- dice mi padre, Maddox quiere golpearlo, lo sé. Alza el puño y tomo su mano derecha antes de que haga algo de lo que va a arrepentirse.

-NO VAS A HABLAR DE ELLOS, ¿ENTIENDES?- le grita Maddox con sus dientes apretados.

-LOS QUE NO ENTIENDEN SON USTEDES... ¿PERO ES QUÉ LES HAN LAVADO EL...-

Maddox se suelta de mi agarre y lo toma de la camisa, hay miedo en los ojos de mi padre.

-Jodido...

H.e.r.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora