Capitulo 1

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Tres Días, Comienza la Historia.

Corría el año 1478, era una noche invernal muy fría y oscura era el panorama en el antiguo Seireitei, en un pequeño monasterio situado a las afueras de la ciudad se escuchó un suave golpeteo en la puerta,Ōetsu Nimaiya yTenjirō Kirinji salieron de su meditación poniendo todos sus sentidos alertas, eran días oscuros, de persecución y para su tristeza este día igual a los dos anterior parecía estar teñido en sangre pero que podían hacer ellos cuatro solo eran unos monjes dedicados a la paz y ayuda al prójimo. Kirio Hikifune y Senjumaru Shutara caminaban desde la cocina con paso rápido hacia la puerta, Kirio iba adelante en la marcha y Shutara le seguía muy de cerca como un guardaespaldas, al saber que sus compañeros estaban en meditación ellas debían estar preparadas para defenderse por si los soldados del rey deseaban irrumpir el monasterio o por si algún pobre buscaba refugio o alguna ayuda. Al estar muy lejos de la cuidad y ser un monasterio de lo más modesto era difícil ver personas por ahí, era común ver viajeros, comerciantes y una que otras veces personas que huían del Seireitei y su cruel rey.

Kirio abrió la puerta rápidamente y en su paso apresurado logro distinguir la silueta de una pequeña persona que yacía en la nieve casi a unos 50 metros, corrió rápidamente para ver si no era alguien que estaba herido o necesitaba alguna ayuda. Eran muy dedicados a la ayuda al prójimo, como sanadores, proveedores de alimento en momentos de carencia y sobretodo guías espirituales.

—Kirio, espera — grito Shutara, cuando vio que en un movimiento fue en busca de esa figura desconocida, quedándose al pie de las gradas observando las acciones de su imprudente amiga.

Kirio escucho la voz de Shutara pero no le importo y siguió su camino, su corazón le decía que algo malo había sucedido, pero que más podría pasar en esta noche sangrienta. Llego rápidamente y como lo suponía no se equivocaba, la figura pequeña en la nieve correspondía a una anciana que estaba teñida de rojo carmesí — señora, ¿está viva?— Preguntó con agitación y angustia, al ver que la anciana abría levemente sus ojos soltó un breve suspiro — ¿porque se marchó?, hubiese esperado a que saliéramos — indico en un tono suave.

— Mi nieta — jadeo la anciana con voz temblorosa — cuide de ella — rogo tomando de la mano a Kirio y al instante la anciana exhalo muriendo irremediablemente.

Kirio cerró los ojos de la anciana — que descanse en paz— susurro al momento y trato de ponerla más cómoda en el frio camino, bajos sus manos al momento Shutara estaba junto a ella — nieta — repitió suavemente Kirio con confusión.

— ¿Qué paso?— Pregunto Shutara al ver como Kirio estaba llena de sangre, luego vio el cuerpo de la anciana.

—Su nieta, ¿dónde está?— Cuestiono Kirio con angustia mirando a un lado y otro.

— ¿Que nieta?— Preguntaba Shutara con desconcierto, al instante un llanto hizo eco en la puerta del monasterio.

Tenjirō y Ōetsu habían llegado a la puerta y al momento vieron una pequeña cesta al pie de las escaleras con un pequeño niño que lloraba sin cesar y sus compañeras a unos metros en el camino — que escándalo, este es un monasterio — comento molesto Ōetsu.

Tenjirō se acercó a la cesta y la levanto inspeccionándola de arriba abajo — dime Ōetsu, ¿acaso has roto el voto de castidad?— Cuestiono con burla su compañero.

—Como crees — respondió indignado— que les pasa a las mujeres hoy en día, tienen hijos para luego abandonarlos — comento molesto — has algo, ese chillido es insoportable — él pequeño niño lloraba hasta que Shutara llego y con rapidez tomo al infante en brazos.

Historia de Una GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora