Capítulo 11

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LO INMINENTE- CAMBIOS POR VENIR

Después del desafortunado incidente de celos y reclamos cada una había tomado su rumbo, Soi había ido directamente a la ducha y tomo ese momento para meditar en todo lo ocurrido en el transcurso del día, había una posibilidad de que la morena tuviese razón y ella posiblemente estaba celosa, sabía que los celos eran malos consejeros pues Kirio se lo había explicado una vez hace un tiempo y le había hecho ver de que de ellos nada bueno salía, ahora que tenía su mano en su pómulo izquierdo recordando la cachetada que la morena le había asestado sabía exactamente a lo que se refería, claro en todo caso de que fueran celos, algo de lo que aun no estaba muy convencida de aceptar.

Por su parte Yoruichi no podía salir de su sorpresa ante la actitud de la pequeña guerrera, al final su madre había tenido razón y Soi estaba celosa de una manera ciega, lo que le había dicho fue ofensivo y hasta hiriente, podía ser que no era una santa pero tampoco dejaba que cualquiera le tocara, es mas nadie excepto ella misma se había tocado, pero eso era parte de la exploración y conocimiento de su cuerpo, Soi no tenía nada que reclamarle además que era lo que reclamaba si ella hasta hoy era la única que le había tocado tan abierta e íntimamente, pero que podía esperar de una jovencita con las hormonas alteradas y con una personalidad de acero, tanto como el color de sus ojos.

Justo ahora la morena era más consciente de la diferencia de edad que había entre ellas, Soi tenía cosas que aprender y experimentar, debía madurar en mente y cuerpo, la morena no iba a negar que le gustaba su ingenuidad y hasta la timidez de la guerrera pero su carácter era muchas veces explosivo y hasta vehemente, ciertamente la peli azul era tan apasionada que le causaba tanta curiosidad, era ese contraste entre la calma y pasividad de su carácter y su impetuosidad, la morena suspiro una vez mas y pensó en tratar de olvidar su drama amoroso — si como no — susurro suavemente, pero frunció el ceño, hasta hace poco no se complicaba con cosas como esas y ahora se preguntaba si estaba dispuesta a esperar a la joven Fong, las cosas estaban muy complicadas como la diferencia de edad, segundo la distancia y tercero — ¿que dirían los monjes, que diría papa?— Cuestiono suavemente mientras llegaba a un pequeño claro a unos metros de la casa y se subía a la rama de un enorme sauce, ese era su lugar de relajación.

Soi Fong había salido del cuarto de baño y después de vestirse salió de la habitación, aun no sabía lo que debía de hacer con respecto a lo que pasaba con ella y Yoruichi, es más le incomodaba el pensar que había tenido alguna especie de celos, pero si recordaba los libros de novelas románticas que había leído antes no podía negar que ella había actuado como uno de esos personajes que perdían la cabeza por el objeto que deseaba su corazón o de su enamorada, en ese momento negó con su cabeza eso era inaudito Tenjirō-sama siempre le había enseñado a controlar su carácter con la meditación y llegar a ese punto era como si todo lo aprendido no había sido nada, suspirando y viendo que no había nadie en la sala, supuso que los monjes y Shiro-dono estaban en el despacho y ahora su mente pululaba en si era momento de ir y buscar a la morena para disculparse con ella, era obvio que eso no tenia discusión ahora que se encontraba con un poco de calma podía ver sus acciones tan irresponsables y ofensivas, por supuesto que se refería a lo ocurrido con la morena ya que con respecto al estúpido musculoso se merecía lo que había recibido por tratar a su... a Yoruichi con tanta confianza y desfachatez.

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Después de unos minutos de perder el tiempo viendo cada adorno y libro en la sala, la peli azul opto por dar un pequeño paseo por el lugar al fin y al cabo mañana partiría de nuevo al monasterio y todos esos extraños posiblemente no le verían más, estaba terminando la tarde y la luz del sol aun estaba presente y la joven Fong comenzó su paseo por el lugar, salió de los alrededores de la casa de los Shihōin y comenzó a ver más actividad y movimientos de personas pero extrañamente todas al pasar giraban para verla y alguno que otro se ponía a murmurar, cosa que le estaba incomodando, hasta que choco con dos personas.

Historia de Una GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora