Historia de Una Guerra

Capítulo 6

Del Odio al Amor....Al Filo de la Espada.

El nuevo día se divisaba en el horizonte y como era costumbre en el monasterio la actividad comenzaba en la cocina, Kirio ya se encontraba preparando el desayuno para todos con una alegría demasiado exuberante para las horas tempranas en que se encontraba, pero no era la única despierta a este momento en un pequeño baño, era la joven Fong estaba terminando su ducha y a la vez riñéndose a sí misma, había despertado como siempre muy temprano y la sorpresa, vergüenza y el peso de sus acciones débiles de la noche de ayer cayeron como un balde de agua helada sobre ella.

No era de esperar que al querer moverse ligeramente para dar un estiramiento en su cuerpo le fuera imposible moverse al sentir un agarre en su cintura y cuando sus ojos se abrieron ver el rostro de la morena muy cerca al suyo con una expresión de completa calma, fue sorpresivo, al momento se alarmo y luego de que un atisbo de recuerdo sobre la noche anterior viniera a ella, su rostro se encendió en un rojo profundo, su pesadilla, el abrazo de la morena reconfortándola y al final el aliento encantador de su boca que termino con un beso cálido y casto...en ese momento ella llevo sus dedos a los labios, la morena le había besado no solo una vez, si no varias veces más y ella inocentemente le había correspondido, como era posible que le había permitido eso a esa pesada y arrogante, rápidamente salió de su agarre con cuidado de no despertarla.

Al estar completamente lista, dejo la habitación y se dirigió rápidamente hacia la cocina a sabiendas que Kirio posiblemente estaba preparando el desayuno, ella solo necesitaba una taza de café y luego comenzaría sus tareas que hoy consistían en ver al caballo, que en este caso también prepararía al otro caballo quizá así olvidaría ese incidente. Al llegar a la cocina Kirio sonrió a ella cuando la vio llegar con una expresión totalmente ensimismada.

— ¿Tan temprano despierta?— Pregunto Kirio con una pequeña sonrisa — aún no está el desayuno.

— Un café podría ser — señalo Soi con una pequeña sonrisa — buenos días Kirio-san.

—Un café para mi pequeña saliendo — dijo en tono jovial y rápidamente le preparo el café y lo coloco frente a ella — buenos días mi niña.

Por otro lado Shutara se encontraba junto a Tenjirō preparando algunos implementos para el joven Kuchiki, solo eran pequeñas cosas para que terminara de sanar correctamente, un ungüento y uno que otro té que le ayudaría con su muñeca. Posiblemente después del desayuno ellos deberían tomar camino de regreso al campamento, algo que les parecía lo más apropiado por seguridad, aunque no podían evitar sentir un poco de nostalgia ante eso, hace mucho que no tenían visitantes y más que todo jóvenes que podían ser de compañía para la joven Fong.

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Ya casi todos se encontraban despiertos excepto Ōetsu que como siempre era difícil para él levantarse temprano por la mañana, sin olvidar a Byakuya que compartió el dormitorio con el monje y por su puesto Shihōin Yoruichi.

Mientras tanto la habitación de Soi, la morena aferrada a un almohada tenía una especie de sonrisa en su rostro, estaba despertando y por acto reflejo apretó más hacia si la almohada que tenía en sus brazos, con un gemido escapando de sus labios para dar un estiramiento, por supuesto sin soltar su almohada, luego la luz filtrándose por los ojos entreabiertos que poco a poco fueron amplios, suspirando y dando una sonrisa de bienvenida al nuevo día.

Pensaba en cómo es que podía sentirse tan alegre al despertar cuando siempre fue uno de los momentos más molestos, pero al abrir los ojos por completo y contemplar la habitación que era un poco ajena a lo que acostumbraba ser su habitación, lo recordó todo. Estaba en la habitación de su pequeña y linda guerrera- mi pequeña guerrera- sonrió ante ese mote, luego frunció el ceño al darse cuenta que se encontraba sola, ¿dónde es que ella se ha ido y en qué momento? Hizo un pequeño mohín molesto, no recordaba la última vez que había tenido un sueño tan placentero, pero sobretodo nunca había compartido la cama con nadie, suspiro levemente acaso algo había cambiado después de que el día de ayer se había sentido humillantemente derrotada y a la vez casi despreciada.