La Misión - Segundo Libro

Memorias recuperadas

Mariann le pidió a los demás que las dejaran  un momento y tras quedar solas Hanyuu procedió a contar lo ocurrido hace tantos años, la batalla que mató a su maestra y todo lo ocurrido antes de que se le asignara su misión.

Cada palabra que salía de la boca de Hanyuu era tan irreal, pero a la vez encajaba perfectamente en los huecos en la memoria de Mariann y mientras más se acercaba al final de su historia su respiración se alteraba. La historia finalizó y al tratar de levantarse Mariann cayó nuevamente al suelo mirando la nada sintiendo como sus ojos se llenaban de lagrimas, como el sonido de sus latidos se volvían tan fuertes que lentamente dejaba de escuchar los sonidos del exterior.

Un dolor punzante invadió su cuerpo nuevamente. El dolor era inmenso y junto con el venían todos los recuerdos que se le habían arrancado.

Mariann corrió, alejándose de todo sin un rumbo alguno, su corazón latía fuertemente y su cabeza daba vueltas. Recordar todo de golpe no fue lo mejor, sus pensamientos eran tan intensos y se extendían en su cabeza lo que la estaba enloqueciendo.

—¡AH!— Gritó con toda sus fuerzas, tapándose los oídos y cerrando fuertemente los ojos, alejando todos esos pensamientos con su grito que a la vez la hizo caer de rodillas al suelo.

"Ban"

"—Ban, es hora de que abandones este lugar—"

"Ban"

"—Tengo que cumplir con mi misión y me importa poco lo que pienses, lo haré quieras o no—"

"Ban"

"—No me interesa tu relación con Ban, esto a llegado muy lejos, no permitiré que lo dañes más—"

"Ban"

"—Ban... Lamento que todo esto ocurriera tan abruptamente [...] Ellos son nuestros compañeros... nuestros amigos...—"

"Ban"

Las lagrimas no tardaron en caer incontrolablemente por su rostro, ¿como había podido olvidar? ¿Como olvidar algo tan importante? ¿Como pudo olvidar personas tan importantes?

—¡Mariann!—

—¡Mariann!— Se escuchaban los gritos de sus compañeros quienes la buscaban, ella no contestó, se quedó mirando la nada, los ruidos ajenos a sus pensamientos solo los escuchaba distorsionados.

—¡Mariann!— Ese ultimo grito logró alcanzar sus oídos, pero a pesar de escucharlo tan claramente no fue capaz de contestar —¡Al fin te encontramos!—

—¿Estas bien?— Preguntaron a lo cual, ella contestó con una voz ronca y un tono triste.

—Y-yo... recordé— Dijo casi en un susurro —Yo recordé todo...—

—¿Es eso cierto?— Se preguntaban sus amigos que se miraban entre si sin saber como reaccionar, ella sintió.

—Mariann...—

—Se los contaré— Dijo cortante, recobrando la compostura.

—¿Que?— Se preguntaron todos.