✦. XXVIII

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Yuchan está a punto de dormirse cuando Jun repentinamente se desvía de la carretera principal y comienza a manejar hasta una estación de servicio

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Yuchan está a punto de dormirse cuando Jun repentinamente se desvía de la carretera principal y comienza a manejar hasta una estación de servicio.

—¿Jun? —le pregunta Donghun mientras el menor conduce hacia el estacionamiento casi vacío a excepción de unos seis autos esparcidos por la tienda—. No necesitamos gasolina, ¿qué...?

Junhee detiene el auto en el medio del lugar, apaga el motor y se mantienen en silencio hasta que Chan abre sus ojos.

—¿Por qué nos detuvimos? —pregunta con la voz gruesa debido al sueño, parpadeando hacia el pelirosa.

Park le observa por un momento y apaga también los faros del auto, haciendo que la oscuridad se esparza. La única fuente de luz proviene del cartel titilante rojo y azul de la tienda.

—Jun, no podemos parar —le urge el mayor, inclinándose hacia adelante desde su asiento—. Si estás cansado puedo conducir.

El nombrado no parece haberle escuchado, en cambio, observa el espacio vacío en frente de ellos por unos momentos luego de recostarse en su asiento y tomar un profundo aliento. Cuando exhala, su respiración tiembla irregularmente y Donghun puede ver el momento en el que Park Junhee decae.

Arruga la cara, con los ojos cerrados y las cejas uniéndose, sus labios bajando en una fea mueca. Traga con fuerza una vez que un sollozo sale de su pecho y lágrimas comienzan a bajar por su cara.

La mano de Yuchan se mueve para sostener la de Jun, pero se detiene justo sobre sus pálidos dedos, casi como si le asustara romperlo con un simple roce de piel.

—Tú... —Jun intenta hablar—. T-Tú casi mueres y... Dios, casi mueres y fu... fue mi culpa.

—No, no, no, no fue tu... —Chan traga y añade en un susurro:—. No lo sabías.

Cuando la mano del menor finalmente toma la del mayor, todo su cuerpo se sacude y el sonido que sale desde las profundidades de su pecho es tan crudo y doloroso y no es muy Junhee. Jun no llora, no necesita ayuda, raramente muestra emociones. Nunca así porque él es el único que les cuida. Él los cuida.

—Jun... —Donghun solo puede alcanzar la mejilla del pelirosa desde su asiento, y planta suaves caricias en ésta. Su corazón se rompe cuando el chico se inclina hacia el tacto, casi anhelándolo.

—Yo casi... —hipa Junhee, respirando irregularmente y llorando fuertemente—. Casi te maté, e-ellos estaban allí por mi culpa. Mierda, casi los m-mato a ambos, estaban buscando a Donghun también. Dios, ¡pudiste haber muerto!

Lee observa sin poder hacer nada. Ve cómo la persona que ama se quiebra en un maldito estacionamiento vacío y no sabe qué debe hacer exactamente porque Chan y él han sido mimados por Jun todo este tiempo. Se han convertido tan dependientes de él que debieron haber sabido, debieron haber sabido que en algún momento algo sucedería y Jun no podría soportarlo todo a solas. Así que, el mayor cierra los ojos, respira y luego mira a su alrededor. Observa las siluetas de dos personas en la tienda y cinco autos. Eso significa que al menos uno o dos están libres, pero no sabe por cuánto, así que, tiene que moverse con rapidez.

—Bien —dice el pelinegro—. Chan, saca a Junhee del auto, necesitamos conseguir otro.

—¿Qué? —el menor frunce el ceño—. ¿Por qué?

—Porque esos hombres de Imoogi Pa lo vieron y no sabemos si hay alguien que ya envió la placa a las personas de Daegu, así que, necesitamos uno nuevo.

Chan abre la puerta con lentitud y sale del auto tomando su costado. Donghun sale por la puerta de pasajeros y camina hacia la guantera, abriéndola. Se pone en los hombros las tres bolsas y busca una barreta. Sabe que hay una, la ha visto. La encuentra bajo un pedazo de tela, la saca y cierra la guantera.

Comienza a caminar hacia el primer auto, pero hay un hombre durmiendo en la parte de atrás, así que, se mueve al siguiente: toda una familia durmiendo dentro. El tercero está vacío, en la oscuridad luce como un Ford, uno de esos modelos viejos que con suerte no equipado con una alarma de sonido. Tendrá que dejarlo todo a su fortuna ahora, eso es lo único que puede hacer.

Pone la barreta entre la puerta y la inserta, luego la gira hacia un lado y la puerta se abre y un poco de pintura se desmorona. Espera que suene una alarma, pero no pasa nada y suspira con alivio cuando observa que el auto tiene palancas manuales. Tira las bolsas en el asiento de atrás y se mete, abriendo las puertas de la parte anterior desde adentro, saliendo por un momento y haciéndoles señas a Chan, silenciosamente, pidiéndoles que vengan.

Se sienta detrás del volante y remueve el cobertor encima de la columna que se encuentra debajo. Lee toma los cables, saca la batería y comienza a despojar la insolación de esta. Descubre que, incluso aunque haya pasado mucho desde la última vez, aún puede hacerlo con los ojos cerrados. Probablemente no es algo de lo que estar orgulloso.

Pone el cable de ignición hacia los de la batería, girando las puntas de cobre y uniéndolas. Yuchan alcanza el auto y pone a Jun en el asiento de atrás con amabilidad. Lee toma el cable inicial, lo despoja también y entonces toca una de las puntas de la batería con cuidado, suelta una chispa y el motor está encendido, después, revisa el auto por un momento y suspira.

—Bien, vámonos —anuncia cerrando la puerta y poniendo de vuelta los cables en la columna. Mira a los dos menores que están atrás: El pelirrojo tiene la cabeza de Jun sobre sus hombros y una mano sobre las de él—. ¿Todo bien?

Chan asiente y Donghun comienza a conducir.

epoch | dongjunchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora