Capítulo 8

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El expreso de Hogwarts seguía su camino sin detenerse, mientras que el paisaje que lográbamos ver por la ventanilla, se volvía más oscuro a medida que aumentaban las nubes.

A través de la puerta del compartimiento podíamos ver pasar gente hacia un lado y hacia el otro. Crookshanks finalmente se había instalado en mis piernas, con su cara mirando fijamente hacia Ron, con los ojos puestos en su bolsillo superior. Yo simplemente lo acariciaba.

A la una en punto, llegó hasta nuestro compartimiento la señora del carrito.

-¿Creen que deberíamos despertarlo? -preguntó Ron, señalando al profesor Lupin con la cabeza-. Por su aspecto, creo que le vendría bien tomar algo.

Los chicos se me quedaron mirando. ¡Oh, claro! Soy la que está más cerca de él.

-Eeh... ¿profesor? -le dije tocando suavemente su hombro-. Disculpe... ¿profesor?

Sin embargo, él pareció no sentirme.

-No te preocupes, querida -dijo la bruja, mientras le entregaba a Harry unos pasteles con forma de caldero-. Si se despierta con hambre, estaré en la parte delantera, con el maquinista.

Asentí con la cabeza y la bruja se fue.

-Está dormido, ¿verdad? -dijo Ron en voz baja, luego de que la bruja desapareciera por completo-. Quiero decir que... no está muerto, claro.

-No, no -le dije, recibiendo el pastel con forma de caldero que me daba Harry-. Está respirando.

Luego nos comimos los pasteles, bastante callados a decir verdad.

Quizá el profesor Lupin no fuera el mejor compañero de viaje, pero si resultó tener su lado bueno. A media tarde, cuando empezaba a llover, volvimos a oír que alguien se acercaba a nuestro compartimiento, y las tres personas encargadas de hacerle la vida imposible a Harry, y bueno, al resto también, aparecieron: Draco y sus dos gorilas.

-Bueno, miren quiénes están allí -dijo Draco arrastrando las palabras, luego abrió la puerta del compartimiento-. El chiflado y la rata.

Crabbe y Goyle se rieron, o al menos eso parecía. No lo pude distinguir de un chillido de chimpancé. 

-He oído que tu padre por fin ha tocado oro este verano -continuó Draco-. ¿Tu madre no se habrá muerto del susto?

Ron se levantó con una velocidad increíble, tirando el cesto de Crookshanks hacia mis pies. El profesor Lupin roncó.

-¿Quién es ese? -preguntó Draco, dando un paso atrás al percatar la presencia del profesor.

-Un nuevo profesor -contestó Harry, que también se había levantado, por si acaso-. ¿Qué decías, Mlafoy?

Malfoy entornó los ojos. Podrá ser todo lo idiota que quisieran, pero no lo era tanto como para pelearse delante de un profesor.

-Vámonos -le murmuró a Crabbe y Goyle, luego me miró fugazmente-. Adiós, Charlotte.

-Adiós... -dije automáticamente, y con una cara de sorpresa, mientras se iban. Si mal no recuerdo, es la primera vez que me habla delante de los chicos, al menos de manera amable.

Harry y Ron volvieron a sentarse. Ron se frotaba los nudillos.

-No pienso aguantarle nada a Malfoy este año, lo lamento Lottie, sé que te cae más o menos bien -declaró con indignación-, pero lo digo en serio. Si hace otro comentario así sobre mi familia, le agarraré la cabeza y...

Hizo un ademán violento.

-Cuidado, Ron -susurró Hermione señalando al profesor-. Cuidado...

Charlotte y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora