Capítulo 10

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La profesora nos observaba con severidad mientras nos llamaba por encima de las cabezas de la multitud. Harry empezó a abrirse camino entre la multitud para llegar hasta ella, mientras Hermione y yo tomadas de un brazo, lo seguíamos teniendo cuidado de no tropezar con nadie, y Ron iba detrás, confundido.

-No tienen que poner esa cara de asustados, sólo quiero hablar con ustedes en mi despacho -nos dijo cuando llegamos junto a ella-. Ve con los demás, Weasley.

No me gustaba eso de dejar solo a Ron, pero allí se quedó observándonos mientras nos íbamos con la profesora, alejándonos de la bulliciosa multitud.

Ya en el despacho, la profesora McGonagall nos hizo una señal para que nos sentáramos, luego ella misma se sentó detrás del escritorio.

-El profesor Lupin ha enviado una lechuza comunicando que te sentiste descompuesto en el tren, Potter -dijo la profesora mirándolo fijamente.

Llegó Madame Pomfrey a la escena. Miré por instinto a Harry y vi como empezaba a sonrojarse. Pobrecito, no solo tiene que soportar a Draco, si no que también tendrá que soportar al resto del colegio al volver al comedor. Y es que las noticias en Hogwarts se esparcen más rápido que agua cayendo de una cascada.

-Estoy bien -aseguró Harry-, no necesito nada...

-Ah, eres tú -exclamó Madame Pomfrey al ver a Harry. Luego me vio a mí-. Y tú -me miró con seriedad y se puso a inclinarse sobre Harry para examinarlo-. Supongo que otra vez han estado metiéndose en cosas peligrosas.

-Ha sido un dementor, Poppy -explicó la profesora McGonagall.

Intercambiaron una sombría mirada y Madame Pomfrey chasqueó la lengua con desaprobación.

-Poner dementores en un colegio -murmuró mientras le echaba a Harry el cabello para atrás, apoyándole una mano en la frente-. No será el primero que se desmaya. Sí, está empapado en sudor. Son seres terribles, y el efecto que tienen sobre gente que ya de por sí es delicada...

-¡Yo no soy delicado! -exclamó Harry ofendido, mientras Hermione y yo nos mirábamos bastante entretenidas con la situación.

-Por supuesto que no -le dijo distraídamente la enfermera, mientras le tomaba el pulso.

-¿Qué le recomienda? -preguntó la profesora McGonagall-. ¿Guardar cama? ¿Debería pasar la noche en la enfermería?

-¡Estoy bien! -dijo Harry, poniéndose de pie inmediatamente.

-Bueno, al menos tendría que comer chocolate -repuso Madame Pomfrey, que aún intentaba examinarle los ojos.

-Ya hemos comido un poco -dije yo esta vez, haciendo que la profesora y la enfermera me miraran-. El profesor Lupin nos dio un trozo a todos los que estábamos en el compartimiento.

-¿Sí? -dijo la enfermera con una mirada de aprobación-. ¡Así que por fin tenemos un profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que conoce los remedios! -luego me miró-. ¿El dementor no te afectó a ti también?

-Revísala de todas maneras, Poppy -dijo la profesora McGonagall luego de que yo negara con la cabeza-. El profesor Dumbledore pidió que fuera examinada también.

Así que también empezó a hacerme un chequeo, pero luego de comprobar que estaba perfectamente bien, se paró junto a la profesora.

-¿Están seguros de que se sienten bien? -preguntó la profesora McGonagall. Nosotros asentimos con la cabeza-. Muy bien, háganme el favor de esperar afuera un momento mientras hablo con la señorita Granger acerca de su horario. Luego podremos bajar al banquete todos juntos.

Charlotte y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora