Hagrid nos estaba esperando en la puerta de la cabaña, y parecía muy impaciente por empezar, cubierto con su abrigo de piel de topo, y con Fang a sus pies.
-¡Vamos, apresúrense! -nos gritó mientras toda la clase iba llegando junto a él-. ¡Hoy tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, síganme!
Durante unos segundos pasó por mi mente la duda de si nos llevaría al bosque prohibido. Por experiencias pasadas, no se lo recomendaría para una primera clase. Por suerte solo nos quedamos cerca del límite, en un hermoso prado la verdad, donde no había nada, a excepción de una cerca.
-¡Acérquense todos a la cerca! -gritó, a lo que Harry y yo nos apresuramos a hacer caso, seguidos de cerca por los chicos-. Asegúrense de tener buena visión. Lo primero que tiene que hacer es abrir los libros...
-¿De qué modo? -dijo la arrastrada y fría voz de Draco.
-¿Qué? -preguntó Hagrid.
-¿De qué modo abrimos los libros? -repitió Draco, mientras sacaba su ejemplar de El Monstruoso Libro de los Monstruos, que se hallaba sujetado con una cuerda, como el mío. Varios lo imitaron. Algunos, como Harry, tenían el libro atado con un cinturón, otros lo habían metido muy apretado en la mochila, y algunos lo tenían apretado con grandes pinzas.
-¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? -preguntó Hagrid con decepción en la voz, haciéndome sentir un poco mal por no haber intentado buscar una forma de abrirlo.
La clase entera negó con la cabeza para responder a la pregunta.
-Tienen que acariciarlo -informó Hagrid como si fuera lo más obvio del mundo. Déjame decirte, querido amigo, que no-. Miren...
Tomó el libro de Hermione de sus manos y desprendió la cinta que lo sujetaba. El libro, naturalmente, intentó morderlo, pero Hagrid le pasó el dedo índice por el lomo y luego de unos segundos el libro se estremeció, se abrió y se quedó tranquilo en su manos. Me pregunto cuanto tiempo durará el efecto en el libro, quizás hasta que se vuelva a cerrar.
-¡Qué tontos hemos sido todos! -comentó Draco despectivamente-. ¡Teníamos que acariciarlo! ¿Cómo no se nos ocurrió?
Lo miré con el ceño fruncido.
-Yo... yo pensé que les haría gracia -nos dijo Hagrid dubitativo, a Hermione y a mí.
-¡Ah, que gracia nos hace...! -dijo Draco-. Realmente ingenioso, hacernos comprar libros que quieren comernos las manos!
Me acerqué a él levantando la varita, bajo la mirada de todos.
-¡Cierra la boca Draco! -dije. Luego susurré en un tono de voz para que solo él me escuchara-. Sé que te dije que no iba a pedirte que fueras amigo de los chicos, pero le faltas el respeto a Hagrid una vez más y te lanzo un maleficio del que no te olvidarás.
Draco asintió lentamente y con algo de asombro en la mirada.
-¡Charlotte! -me reprendió Hermione tirando de mi brazo, para volver a mí lugar-. No vale la pena que pierdas puntos por Malfoy.
Le di la razón y miré a Hagrid disculpándome. Él asintió.
-Bien, pues -dijo Hagrid, que parecía haber perdido el hilo-. Así que... ya tienen los libros y... y... ahora les hacen falta las criaturas mágicas. Sí, así que iré a buscarlas. Esperen un momento...
Se alejó, yendo hacia el bosque y perdiéndose de vista.
-Dios mío, este lugar está en decadencia -dijo Draco en voz alta. Desgraciadamente, desprestigiar el lugar no me permitía cumplir mi amenaza, pero espero el comentario-. Estas clases idiotas... a mi padre le dará un ataque cuando se lo cuente.
-Cierra la boca, Malfoy le dijo Harry.
-Cuidado, Potter, hay un dementor detrás de ti -le dijo Draco burlándose.
Pero antes de que alguno pudiera decir cualquier cosa Lavender señaló algo que venía hacia nosotros por dentro de la cerca.
Trotando hacia nosotros había una docena de, si mal no recuerdo, hipogrifos. Estos animales tienen el cuerpo, patas traseras y cola de caballo, mientras que las patas delanteras, las alas y la cabeza eran de un águila gigante. El pico de un color acero, los ojos de un naranja brillante y garras de unos quince centímetros cada una. Si alguno llegaba a atacar a uno de nosotros y no reaccionábamos a tiempo y adecuadamente, nos podrían dejar muy heridos, si no muertos.
Cada uno de los que tenía Hagrid tenía un collar de cuero alrededor del cuello, atado a una larga cadena que nuestro amigo sostenía un sus manos, mientras se acercaba corriendo, detrás de los animales.
-¡Vayan para allá! -les gritaba Hagrid, sacudiendo las cadenas y forzando a todos ellos a venir hasta la orilla de la cerca, donde estábamos nosotros. Todos nos echamos un poco hacia atrás cuando Hagrid llegó con nosotros y ató los animales a la cerca.
-¡Hipogrifos! -nos gritó Hagrid con alegría, haciéndonos una seña con la mano-. ¿No son hermosos?
La mayoría miraba a los hipogrifos más con curiosidad o miedo, pero a decir verdad, eran bastante lindos. Había una variedad de colores entre ellos que me pareció muy bella, y parecían ser animales muy tranquilos, imponiéndose majestuosamente ante nosotros.
-Bueno -dijo Hagrid frotándose las manos y sonriéndonos-, si quieren acercarse un poco...
Nadie parecía querer hacerlo, sin embargo, Harry, Hermione, Ron y yo nos acercamos a la cerca cuidadosamente.
-Lo primero que tienen que saber de los hipogrifos es que son orgullosos -dijo Hagrid-. Se molestan con mucha facilidad. Nunca ofendan a ninguno, porque podría ser lo último que hacen.
-¿Segura que no eres parte hipogrifo? -me dijo Harry y lo miré confundida-. No hay que hacerte enojar o sería lo último que hacemos.
Me reí y le di un empujoncito amistoso.
-Tienen que esperar siempre a que el hipogrifo haga el primer movimiento -continuó Hagrid-. Es educado, ¿se dan cuenta? Van hacia él, se inclinan y esperan. Si él responde con una inclinación, querrá decir que les permite tocarlo. Si no hace la inclinación, entonces es mejor que se alejen de él enseguida, porque puede hacer mucho daño con sus garras. Bien, ¿quién quiere ser el primero?
Como respuesta la mayoría de la clase se alejó, e incluso Ron, Harry y Hermione recelaban un poco, pero yo no me di cuenta de inmediato, pues me había acercado más al punto de la cerca en donde estaban los hipogrifos, notando que me miraban con la misma curiosidad que yo a ellos.
-¡Bien hecho, Lottie! -me dijo Hagrid volviéndome a la realidad. ¿Bien hecho? ¿Por qué?-. Tenemos a nuestra primera voluntaria. ¿Alguien más?
Yo y mi manera de meterme en cuestiones peligrosas me asombran hasta el día de hoy.
-Yo -se ofreció Harry. Bueno, al menos no estaré sola.
-¡No Harry, acuérdate de las hojas de té! -le susurraron Parvati y Lavender.
Harry no hizo caso y saltó la cerca. Con algo de duda aún, lo seguí, dando el mismo salto.
-¡Bien hecho, chicos! -nos gritó-. Harry veamos como te llevas con Buckbeack.
Soltó la cadena, separó al hipogrifo gris de sus compañeros y le quitó el collar de cuero. Todos los demás de la clase contenían la respiración.
-Charlotte, ven aquí -me dijo Hagrid e hice como me indicaba, soltó de la misma manera al hipogrifo que era de color castaño brillante y lo alejó del grupo y un poco de Harry y el otro hipogrifo-. Tú practicarás con Nightingale.
Asentí y miré a Harry que me sonreía como diciendo: ¿en que nos metimos? Y sinceramente, me pregunto lo mismo.
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Charlotte y el Prisionero de Azkaban
Fiksi PenggemarLuego de un ajetreado segundo año en Hogwarts, Charlotte escapa de su casa, luego de aburrirse de estar sola, abriéndose paso hacia un nuevo año de aventuras. Eso si, sin saber que encontrará al padrino de su mejor amigo, el cual traerá secretos y d...