Capítulo 52

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Luego de veinte minutos después de nuestra conversación...

-¡Ya salen! -exclamó Hermione.

Los tres nos pusimos de pie de inmediato, y Buckbeack levantó la cabeza. Vimos al profesor Lupin, Ron y Pettigrew saliendo con dificultad del agujero entre las raíces. Luego Snape flotando inconsciente, detrás iban Sirius y Harry, luego yo, y al final Hermione. Todos comenzaban a caminar hacia el castillo. Levanté la vista y vi el cielo nublado. Al menos por ahora...

-Harry -le dijo Hermione. Me volteé a mirarlo-. Tenemos que quedarnos aquí. No deben vernos. No debemos intervenir.

-¿Y vamos a consentir que Pettigrew se vuelva a escapar? -le respondió él en voz baja.

-¿Y cómo esperas encontrar una rata en la oscuridad? -le espetó Hermione-. No podemos hacer nada. Volvimos a rescatar a Sirius, nada más, y no...

-No debemos ser vistos -interrumpí.

La luna salió desde detrás de una inmensa nube e iluminó todo el terreno.

-¡Miren a Lupin! -nos susurró Hermione-. ¡Se está transformando!

-¡Tenemos que hacer algo! -exclamó Harry de repente.

-No podemos -dijo Hermione-. Te estoy diciendo que...

-¡No hablo de intervenir! -dijo Harry algo fastidiado-. ¡Es que Lupin se va a adentrar en el bosque y vendrá directamente hacia nosotros!

El corazón me dio un vuelco y se me cayó el alma a los pies. Aún después de haber pasado tanto tiempo pensando en la condición de Lupin, había olvidado que eso había pasado en ese momento.

-¡Rápido, rápido! -exclamó Hermione con un dejo de susto en la voz, y apresurándose a desatar a Buckbeack del árbol en donde estaba atado-. ¿A dónde vamos? ¿Dónde nos ocultamos? ¡Los dementores llegarán de un momento a otro!

-¡Volvamos a la cabaña de Hagrid! -sugirió Harry-. Ahora está vacía.

-Bueno, pues, ¡vamos! -les dije yo, apresurándolos.

Corrimos a toda la velocidad que pudimos, con Buckbeack galopando detrás nuestro, y entonces oímos al profesor aullar a nuestras espaldas.

Al llegar frente a la cabaña, Harry derrapó, casi pasándose de largo. Nos abrió la puerta y Hermione, Buckbeack y yo pasamos como un rayo, luego entró Harry y cerró la puerta casi demasiado fuerte. Echó el cerrojo y Fang al vernos ladró muy fuerte.

-¡Silencio, Fang, solo somos nosotros! -le dije. Me acerqué a él y le acaricié detrás de las orejas para que se tranquilizara. Al reconocernos, se quedó callado finalmente.

-¡Nos hemos salvado por poco! -nos dijo Hermione.

Harry se acercó a la ventana y miró a través de ella. Sinceramente con lo oscuro que está, dudo que llegue a ver algo. Entre los cuatro que estábamos dentro de la cabaña, Buckbecak era el más contento. Se acomodó enfrente del fuego, plegó sus alas, y se dispuso a dormir con total satisfacción.

-Será mejor que salga -dijo Harry-. Desde aquí no veo lo que ocurre. No sabremos cuando llegue el momento -Hermione levantó la mirada y lo vio con recelo-. No voy a intervenir -le dijo Harry antes de que ella tuviera la oportunidad de decirle algo-. Pero si no vemos lo que ocurre, ¿cómo sabremos cuál será el momento de salvar a Sirius?

-Bueno, de acuerdo -le dijo Hermione, resignándose-. Aguardaré aquí con Buckbeack y Lottie... -negué con la cabeza-. Bueno, sola. Pero tengan cuidado, chicos. Ahí afuera hay un hombre lobo y un centenar de dementores sueltos.

Charlotte y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora