Después de unos segundos de haber quedado lo suficientemente lejos de aquel fuerte aroma, Harry, Ron y Hermione se unieron a mí en la escalera de caracol, y bajamos juntos, aunque en silencio, mientras nos dirigíamos a la clase de Transformaciones. Llegamos con el tiempo justo al aula, aunque hubiéramos salido temprano de Adivinación.
Harry se sentó al final de todo, y para hacerle compañía, me senté con él, lanzándole miradas de enfado a todos los que se daban vuelta para mirarlo como si de la nada se fuera a morir. Sé que en estos dos últimos años no ha tenido la mejor suerte, pero la verdad es que ninguno la ha tenido. La profesora McGonagall empezó a hablar sobre los animagos, aquellas personas capaces de transformarse a voluntad en un animal. Un tema que me interesaba bastante a decir verdad. Para poner un ejemplo, la misma profesora tomó su forma de gato atigrado. Pero nadie estaba poniendo mucha atención, aparte de mí y Hermione, me atrevería a decir.
-¿Qué les pasa hoy? -dijo la profesora cuando volvió a su forma original-. No es que tenga importancia, pero es la primera vez que mi transformación no consigue arrancar un aplauso de la clase.
Todos se voltearon a ver a Harry, pero nadie dijo nada. Rodé los ojos y Hermione levantó la mano.
-Por favor, profesora. Acabamos de salir de nuestra primera clase de Adivinación y... hemos estado leyendo las hojas de té y...
-¡Ah, claro! -exclamó la profesora frunciendo el ceño de la nada-. No tienes que decir nada más, Hermione. Díganme, ¿quién de ustedes morirá este año?
Todos la miraron fijamente y solté una risita. Lo dijo tan tranquilamente, como si fuera cosa de todos los días, que sinceramente...
-Yo -respondió Harry.
-Ya veo -dijo la profesora volteándose a mirar a Harry-. Pues tendrías que saber, Potter, que Sybill Trelawney, desde que llegó a este colegio, predice la muerte de un alumno cada año. Ninguno ha muerto todavía. Ver augurios de muerte es su forma favorita de dar la bienvenida a una nueva porción de alumnos. Si no fuera porque nunca hablo mal de mis colegas... -la profesora se detuvo a mitad de la frase y pude notar que su nariz se había vuelto blanca. Se calmó y prosiguió-. La adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia. No les ocultaré que la adivinación me hace perder la paciencia. Los verdaderos videntes son muy escasos, y la profesora Trelawney... -volvió a detenerse, arrugó la nariz y continuó en un tono práctico-. Me parece que tienes una salud excelente, Potter, así que me disculparás que no te perdone hoy los deberes de mañana. Te aseguro que si te mueres no necesitarás entregarlos.
Solté una sonora carcajada a la que Hermione se unió luego de un rato. Cuando miré hacia Harry para ver como estaba él, lo vi con una sonrisa en la cara. Necesita relajarse, ¿acaso de verdad cree que lo vamos a dejar morir?
Cuando terminó la clase de Transformaciones, todos nos unimos a la multitud que se acercaba al comedor para almorzar.
-Ánimo, Ron -le dijo Hermione empujando una fuente de guiso en su dirección-. Ya has oído a la profesora McGonagall.
Ron tomó cuchara y tenedor, pero no empezaba a comer todavía.
-Harry -dijo con gravedad-, tú no has visto en ningún sitio un perro grande y negro, ¿verdad?
-Sí, lo he visto -admitió él-. Lo vi la noche que abandoné la casa de los Dursley.
Ron dejó caer el tenedor, haciendo mucho ruido.
-Probablemente un perro callejero -terció Hermione muy tranquila. Harry y yo nos miramos, sabiendo que se venía una discusión.
Ron la miró como si se hubiese vuelto loca.
-Hermione, si Harry ha visto un Grim, eso es... eso es terrible -aseguró-. Mi tío Bilius vio uno y... ¡murió veinticuatro horas más tarde!
-Pero tú sigues aquí -le dije a Harry en un susurro, para no echarle más leña al fuego a su discusión. Él asintió.
-Casualidad -arguyó Hermione al comentario de Ron, sin darle importancia, y sirviéndose jugo de calabaza.
-¡No sabes lo que dices! -exclamó Ron, empezando a enfadarse-. Los Grims ponen los pelos de punta a la mayoría de los brujos.
-Ahí tienes la prueba -dijo Hermione con un tono de superioridad-. Ven al Grim y se mueren de miedo. El Grim no es un augurio, ¡es la causa de la muerte! Y Harry todavía está con nosotros porque no es lo bastante tonto para ver uno y pensar: "¡me marchó al otro lado!".
Ron movió los labios sin pronunciar nada, como si quisiera que solo Hermione le entendiera, y pues, si era eso lo que intentaba conseguir, lo logró, porque no le entendí nada de lo que estaba diciendo. Hermione sacó su libro de Aritmancia y abriéndolo, lo apoyó en la jarra de jugo.
-Creo que la adivinación es algo muy impreciso -dijo mientras hojeaba el libro-, si quieres saber mi opinión, creo que hay que hacer muchas conjeturas.
-No había nada de impreciso en el Grim que se dibujó en la taza -le dijo Ron acaloradamente.
Volví a mirar a Harry con preocupación, y él me devolvió la misma mirada. Esto no va a terminar bien.
-No estabas tan seguro de eso cuando le decías a Harry que se trataba de una oveja -repuso Hermione con serenidad.
-¡La profesora Trelawney dijo que no tenías un aura adecuada para la adivinación! -Ron, no lo hagas, por favor-. Lo que pasa es que no te gusta no ser la primera de la clase.
Y... si lo hizo. Puso el dedo en la llaga, y la paciencia de Hermione llegó a su tope en cuestión de segundos. Ella golpeó su libro contra la mesa, con tal fuerza que salpicó carne y zanahoria por todas partes.
-Si ser buena en Adivinación significa que tengo que hacer como que veo augurios de muerte en las hojas de té, no estoy segura de que vaya a seguir estudiando mucho tiempo esa asignatura. Esa clase fue una porquería comparada con la de Aritmancia.
Tomó su mochila, su libro, y se fue sin despedirse. En silencio, pasé la varita por la mesa, limpiando los trocitos de comida que habían saltado. Ron siguió a Hermione con la mirada, frunciendo el ceño.
-Pero, ¿de qué habla? ¡Todavía no ha asistido a ninguna clase de Aritmancia!
Y pues, a decir verdad, Ron tenía toda la razón. Pero sólo en eso. En cuanto a lo otro, le doy la razón a Hermione.
Terminamos de almorzar en silencio, y cuando ya nos íbamos, me choqué con Oliver en la puerta. Le pedí disculpas por no poder quedarme un rato más a charlar, y el me dio un rápido abrazo, me dijo que no me preocupara, y se fue a su siguiente clase.
De camino a la cabaña de Hagrid, Ron y Hermione (que había accedido a ir con nosotros) no se hablaron, y Harry y yo íbamos apenas un poco delante de ellos, mirándonos de vez en cuando, y seguramente pensando en cuanto iba a durar que no se hablaran. De repente, Harry me señaló a tres personas que iban aún más adelante de nosotros, y ese fue el momento en que supe, que la primera clase de Hagrid iba a tener sus complicaciones al tratar de ser perfecta.
Compartíamos la clase con los de Slytherin.
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Charlotte y el Prisionero de Azkaban
FanficLuego de un ajetreado segundo año en Hogwarts, Charlotte escapa de su casa, luego de aburrirse de estar sola, abriéndose paso hacia un nuevo año de aventuras. Eso si, sin saber que encontrará al padrino de su mejor amigo, el cual traerá secretos y d...