Capítulo 32

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El día siguiente a la clase que tuvimos con el profesor Lupin, le envié una carta a los abuelos, disculpándome por la poca comunicación y preguntándoles qué tal estaban. Aún espero su respuesta.

Luego de la primera semana después del comienzo del semestre, Ravenclaw jugó contra Slytherin, resultando el partido en la victoria de las serpientes. Según Oliver, estos resultados significaban buenas noticias para nuestro equipo, que se colocaría en segundo lugar si le ganábamos a Ravenclaw también. Y por esos mismos resultados, aumentó los entrenamientos a cinco veces por semana, lo cual significaba, tanto para Harry como para mí, aparte de las clases con el profesor Lupin, que solo nos quedaba una noche libre para hacer los deberes. 

Aún con todo esto, no parecíamos ni de cerca tan agobiados como Hermione. Ella tenía que luchar contra tres materias extra, y por más que la ayudara con las materias que teníamos en común cuando yo terminaba lo mío, ella aún tenía montones de cosas que hacer, y parecía que aparecían de la nada.

Cada noche, sin excepción, Harry y yo la encontrábamos en su rincón auto-asignado de la sala común, con varias mesas llenas de libros, dibujos, carpetas y apuntes de una extensión increíble. Apenas le dirigía la palabra a los demás, y si alguno osaba interrumpirla, ella les lanzaba una mirada fulminante y respondía de mala manera. En una ocasión tuve que esquivar un tintero porque la interrumpí por accidente mientras estaba memorizando unas líneas, así que empecé a sentarme más cerca de Harry y Ron, mirándola para buscar su aprobación, y si la obtenía me acercaba para ayudarla en algo, pues no me atrevía a pedirle ayuda yo.

-¿Cómo lo hará? -nos preguntó Ron, un día en que Harry y yo trabajábamos en un trabajo de Pociones sobre Venenos Indetectables.

-Y... ¡Listo! -dije poniendo el último punto en el pergamino-. ¿Cómo hará quién qué cosa?

-Hermione -explicó-. Cómo irá a todas las clases.

-¿A qué te refieres? -le preguntó Harry sin mucho interés, tratando de concentrarse en su trabajo.

-Esta mañana la oí hablando con la profesora Vector, de Aritmancia. Hablaban de la clase de ayer. Pero Hermione no pudo haber estado en esa clase, porque estaba con nosotros en Cuidado de Criaturas Mágicas.

-Tienes razón, Ron -le dije pensativa.

-Y Ernie Macmillan me dijo que no ha faltado nunca a una clase de Estudios Muggle -continuó Ron-. Pero la mitad de esas clases coinciden con Adivinación y tampoco ha faltado nunca a éstas -me miró-. ¿Crees que te diga algo si le preguntas?

-Creo que ésta vez el tintero sí me daría en la cabeza si le pregunto -nos reímos-. Pero, es cierto que el horario de Hermione es una cosa curiosa. Trataré de averiguar algo si es que mi cerebro decide recordármelo.

Ron asintió y se echó hacia atrás en el sillón en el que estaba, estirándose perezosamente. Al cabo de unos segundos, llegó Oliver, sentándose junto a mí, frente a Harry, y lo interrumpió de su intento de concentración.

-Malas noticias, chicos -nos dijo, supongo que por el equipo-. Harry, acabo de ver a la profesora McGonagall por lo de Saeta de Fuego. Ella... se ha puesto algo antipática conmigo. Me ha dicho que mis prioridades son equivocadas. Piensa que me preocupa más ganar la copa que tu vida.

Me miró por unos segundos, y luego apartó la mirada rascándose la nuca.

-Eh... Me hizo el comentario solo le porque dije que no me importaba que la escoba te tirase al suelo, siempre y cuando atraparas las snitch -lo miré con incredulidad, pero el evitaba mi mirada. Luego de unos segundos se rio-. Realmente, por la forma en que me gritaba... cualquiera habría pensado que había dicho algo terrible -espero que eso sea sarcasmo-. Luego le pregunté cuanto tiempo la tendría todavía -hizo una mueca e imitó la voz de McGonagall-. "El tiempo que haga falta, Wood". 

Charlotte y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora