A las seis de la mañana en punto del día siguiente me desperté y una vez ya estuve vestida, corrí hasta el despacho del profesor Dumbledore. Él me recibió con una sonrisa y añadimos los ingredientes a la poción: primero el rocío especial, el capullo de la polilla esfinge calavera, y finalmente, uno de mis cabellos. El profesor Dumbledore dijo que se encargaría de poner el frasco en un lugar oscuro y tranquilo en lo que aparecía la tormenta eléctrica. Luego me recordó que mientras la tormenta se producía tendría que, todos los días al amanecer y anochecer apuntarme al corazón y pronunciar el conjuro, comenzando desde el anochecer de este día.
Harry y yo que habíamos estado preocupados por la tensión que había entre los chicos desde principio de año, nos rendimos en nuestra tarea de intentar reconciliarlos, y por más que no nos gustara admitirlo, este parecía ser el fin de su amistad.
Ron estaba furioso porque según él, Hermione no se había tomado en serio ninguno de los intentos de Crookshanks de comerse a Scabbers, no se había preocupado de vigilar a su mascota, y lo que lo enfurecía aún más, era que ella insistía en la inocencia del gato y en que Ron debía buscar a su rata debajo de la cama.
Por su lado, Hermione sostenía que Ron no tenía ninguna prueba de que Crookshanks se hubiera comido a Scabbers, que los pelos de gato podrían haber estado allí desde Navidad, y que Ron la tenía contra su gato desde que éste le había saltado en la cabeza el día que ella lo compró.
Harry y yo habíamos hablado y cada uno sacó sus conclusiones al respecto. Yo creía que nada se podía confirmar aún, pues lo único que teníamos eran suposiciones, y él pensaba que todos los indicios parecían indicar que Crookshanks era el culpable. Por lo menos yo tuve el suficiente tacto como para no comentarle nada a ninguno de los chicos.
-¡Ya sabía que te ibas a poner de parte de Ron! -le dijo Hermione a Harry cuando él trató de hacerle entender su punto de vista-. Primero la Saeta de Fuego, ahora Scabbers, todo es culpa mía, ¿verdad? Lo único que te pido, Harry, es que me dejes en paz. Tengo mucho que hacer, y Lottie -me dijo-. Necesitaré tu ayuda si es que tienes tiempo -yo le dije que sí, que no había problema.
Ron estaba bastante afectado por la pérdida de su mascota.
-Vamos, Ron. Siempre te quejabas de lo aburrida que era Scabbers -dijo Fred tratando de animarlo una vez que les contamos a él, a George y a Ginny lo que había ocurrido-. Y además hacía mucho tiempo que no estaba bien. Se estaba consumiendo. Sin duda ha sido mejor para ella morir rápidamente. Un bocado... y ni se dio cuenta.
-¡Fred! -lo reprendió Ginny con indignación.
-Lo único que hacía era comer y dormir, Ron. Tú mismo lo decías -intervino George y le di la razón con la cabeza. Para quejarse tanto de la rata, Ron estaba bastante cabizbajo.
-¡En una ocasión también mordió a Goyle! -exclamó Ron con tristeza-. ¿Te acuerdas, Harry?
-Sí, es verdad -dijo él.
-Fue su momento de gloria -dijo Fred, luchando claramente por ocultar una sonrisa que finalmente logró asomarse-. La cicatriz que tiene Goyle en el dedo va a ser un tributo en su memoria. Vamos, Ron. Vete a Hogsmeade y cómprate una nueva. ¿Para qué lamentarse tanto?
Como Ron no parecía ponerse de mejor ánimo, Harry lo invitó a ir a nuestro último entrenamiento de quidditch antes del partido contra Ravenclaw, para que también pudiera montar en la Saeta de Fuego aprovechando la instancia. Esto alegro bastante a Ron por un rato. Así que fuimos los tres juntos hacia el campo de quidditch luego de que me despidiera de Hermione.
Madame Hooch, que seguía supervisando nuestros entrenamientos, estaba tan impresionada con la Saeta como los demás. La tomó en sus manos antes de comenzáramos y nos dio su opinión profesional.
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Charlotte y el Prisionero de Azkaban
FanficLuego de un ajetreado segundo año en Hogwarts, Charlotte escapa de su casa, luego de aburrirse de estar sola, abriéndose paso hacia un nuevo año de aventuras. Eso si, sin saber que encontrará al padrino de su mejor amigo, el cual traerá secretos y d...