Capítulo 37

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El resto de la noche, ninguno volvió a su dormitorio, ni siquiera por si acaso. Nos quedamos todos en la sala común, algunos mordiéndose las uñas, otros cuchicheando con el de al lado, en mi caso apretando fuertemente la mano de Oliver, pero al fin y al cabo todos absolutamente despiertos, y esperando a que la profesora McGonagall volviera a darnos alguna noticia. Esto no pasó hasta el amanecer, justo luego de haberme escapado unos segundos para repetir el hechizo de transformación, aunque no fueron muy buenas noticias, pues Black había vuelto a escapar.

Durante el resto del día nos encontramos medidas de seguridad extremadamente rigurosas por donde quiera que pasáramos. Por ejemplo, el profesor Flitwick les enseñaba a las puertas principales a reconocer una foto de Black, mientras Filch iba por todos los pasillos tapando cada grieta que encontraba, no importa que tan pequeña fuera.

El caballerito fue despedido por incumplir su trabajo y por no haberse dado cuenta de quien era Black. Lo fueron a dejar de nuevo a su lugar en el séptimo piso y volvió la Dama Gorda, a la cual habían restaurado mágicamente, pero aún seguía muy nerviosa, por lo cual solo accedió a volver si tenía protección. Así que bajo su pedido, se contrató a un grupo de hoscos monstruos de seguridad que la resguardaban, formando un grupo amenazador que se comunicaba con gruñidos y comparaba cada tanto el tamaño de sus garrotes.

Hubo un momento en el que Harry nos comentó a Ron y a mí, que parecía ser que la estatua en donde estaba la entrada que ocupó Harry para llegar a Hogsmeade, aún no estaba tapiada. Así que Fred, George, y ahora nosotros cuatro, seguíamos siendo los únicos conocedores de aquel pasadizo secreto.

-¿Creen que deba decírselo a alguien? -nos preguntó Harry.

-Sabemos que no entra por Honeydukes -le dijo Ron, luego de que yo me encogiera de hombros-. Si hubiesen forzado la entrada de local, se hubiese sabido por todas partes. Desde luego nos habríamos enterado.

Ron tenía un buen punto después de todo, lo cual pareció tranquilizar completamente a Harry, pero no a mí. Aunque Black no hubiese entrado por Honeydukes, ¿qué nos aseguraba que no entrara por algún otro sitio? Cabía la posibilidad de que el mapa estuviera desactualizado, aunque a decir verdad no sé que tanto podría cambiar Hogwarts. De todas maneras, no le comenté nada a los chicos, porque se veían relajados, y ambos tenían suficiente del sujeto.

Aunque Ron no parecía estar extremadamente agobiado. Es claro que seguía algo asustado por lo ocurrido, pero aún así disfrutaba de la atención que recibía. Por primera vez a ojos de los demás, era más importante que Harry, y le encantaba contarle los hechos de aquella noche a cualquiera que le preguntara (y los que estuvieran cerca, claro).

-Estaba dormido y oí un rasguido, pero creí que ocurría en un sueño. Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mí cama estaba caída... Me di vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con una maraña de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y tremendo que debía medir treinta centímetros por lo menos; me miraba, lo miré, entonces grité y salió corriendo.

-Pero, ¿por qué se fue? -le preguntó Fred cuando se marcharon las chicas de segundo que lo habían estado escuchando con casi tanta emoción como Colin escuchaba a Harry (quizás haya exagerado un poco. Nadie se le acerca ni a los talones a Colin con su fanatismo).

Aunque la pregunta de Fred me dejó pensando en lo mismo. Asumo que Black ya habrá decidido contra quien ir primero, pero, ¿por qué no solo silenciar a Ron y luego solo asesinar a Harry? Después de todo, logró matar a un montón de muggles y al tal Pettigrew sin problema. ¿Qué amenaza serían para él 4 chicos dormidos de tercer año? Y 3 chicas si contamos con que luego hubiera ido tras de mí. No tiene ningún sentido. La única explicación sería que su objetivo no fuera exactamente Harry, pero eso era aún más improbable, por lo que habíamos escuchado ya de varias personas.

Charlotte y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora