12¦¦ 𝑴𝒆𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓

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De algo estaba segura

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De algo estaba segura. Definitivamente es difícil volver a caminar normal después de un esguince.

Después de tres días -como habíamos predicho Eren, Mikasa y yo-, llegamos al cuartel ya de noche. Tenía sostenido bajo el brazo un libro que me recomendó la enfermera que me atendía, no tenía algo mejor que hacer, así que me dispuse a leer todo ese tiempo. Aunque antes ya tenía el hábito, el estar en cama durante semana y media fortaleció mi alma lectora.

Caminaba por los pasillos, intentando disimular el gran esfuerzo que me costaba mover mi pie izquierdo.

Dejé de usar la muleta, me dijeron que era mejor acostumbrar a mi tobillo a realizar sus caminatas.

Durante el camino a mi habitación, me topé con algunos amigos que me detenía a saludar, y otros compañeros, quienes me sonreían y susurraban entre ellos: «mira, es la esperanza de la humanidad», «rescató a una niña que estaba pérdida», entre otras cosas.

Sonreía, satisfecha de lo que hablaban, pues de esta forma sabía que había hecho lo correcto.

Estaba profundamente feliz de mi misma... aunque, por dentro, sentía que este no era mi cien porciento, que tenía que aprender más.

Aunque ese es el chiste de la vida. Nunca se deja de aprender, ¿no?

Llegué a la puerta de mi habitación, introduje la llave en la cerradura. Entré y lo que hice inmediatamente después de cerrar la puerta, fue sentarme en la cama.

—Prometo cuidar más mi pie la próxima vez, ¡Esto es una tortura! —susurré hablando conmigo misma.

Miré a mi derecha. Me fue inevitable no soltar un suspiro al topar mi vista con mi DMT.

Alguien debió pensar que era mejor traerlo a mi habitación. Ahora tendré que llevarlo al salón donde se guardan.

Quiero pensar que era una señal para ejercitar más mi pie y que no era un plan con malicia de la persona que dejó mi equipo.

Respiré hondo, armándome de valor para cargar el mencionado objeto. Sin embargo, alguien tocó la puerta.

Me dirigí a ella y la abrí.

Oh gran error.

—Reiner —al nombrarlo, frunció el ceño y pasó al cuarto— Claro, pasa...—dije más como pregunta, totalmente consternada ante su comportamiento.

Miró mi DMT. Apretó los puños y se volteó hacia mí.

—Ya sé todo, Silvia —alcé una ceja y crucé mis brazos— sobre el Capitán Levi...

¡ESTÚPIDO EREN, QUE NO SABES CERRAR LA JODIDA BOCA!

Se me partió el corazón verlo enojado, en verdad el no merecía todo esto.

No me merecía.

—Escucha, Reiner —traté de hablar a pesar del nudo de mi garganta— tú no mereces esto, en serio, dis-

Wᴇ·ʀᴇ HᴇʀᴏᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora