19¦¦ 𝑴𝒊 𝑽𝒊𝒅𝒂 𝑻𝒆 𝑷𝒆𝒓𝒕𝒆𝒏𝒆𝒄𝒆

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Escuchaba las gotas de lluvia impactar contra el piso, a un ritmo relajante y tranquilo

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Escuchaba las gotas de lluvia impactar contra el piso, a un ritmo relajante y tranquilo. El olor a tierra mojada no tardó en atacar mis fosas nasales.

Una gota cayó en mi frente, motivándome a que intentara abrir los ojos, pero fallé, la luz era tan cegadora que incluso apreté mis párpados.

Con mucho esfuerzo logré sentarme, posteriormente miré a mi alrededor, apreciando una gran cantidad de árboles con una gigantesca altura. Estaba en medio del bosque.

Recordé todo de golpe, como si alguien me hubiera dado una bofetada.

Me traté de levantar de la tierra, pero no pude. No sentía las piernas.

En realidad, lo único que sentía era una pesadez increíble en mis articulaciones, y dolor en algunas partes de mi cuerpo, unas que no pude identificar pero estaban ahí, inquietándome.

Tenía que volver con mis amigos lo antes posible.

Apoyándome del tronco de uno de los tantos árboles logré ponerme de pie y preparé mi equipo de maniobras, pero no respondía. Uno de los tanques se había perforado y no tenía absolutamente nada de gas.

-C-carajo -susurré.

Sentí un cosquilleo en mi frente, pasé mi mano por instinto, la miré y tenía una mancha de sangre.

Limpié la mancha roja de mi mano con mi capa completamente empapada por la lluvia.

Moría de frío, podría jurar que hasta mis huesos temblaban.

Intenté caminar un poco, aguantando el dolor de mis piernas al moverlas.

-¡¿Hay alguien aquí?!

Giré mi rostro al escuchar aquella voz en la leganía.

Vi dos siluetas de unas chicas a pesar de la espesa neblina. Hice todos mis esfuerzos para llegar hasta ellas, pero fueron inútiles.

Notaron mi presencia y corrieron hacia mí. No parecían estar tan lastimadas como yo. Una me tomo del brazo para no dejarme caer.

-¿Estás bien? -logré divisar sus uniformes de la legión- Calma, debe de haber alguna manera de ir con los demás

-¿Y-y su e-equipo de m-manio...? -no pude continuar la pregunta, sentía que se me iba el aire.

-Nos quedamos sin gas -contestó de pronto la otra compañera- pero encontraremos a alguien, tranquila.

Tranquila.

Era imposible que estuviera tranquila.

La realidad es que me veía más como una carga que una ayuda para ellas.

-Lo peor es que nuestros caballos escaparon, tendremos que ir caminando.

Caballos.

Si desperté justo aquí, significaría que también estaría mi caballo cerca, si es que estuviera vivo.

Wᴇ·ʀᴇ HᴇʀᴏᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora