14¦¦ 𝑪𝒂𝒎𝒃𝒊𝒐𝒔

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Respiré profundo

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Respiré profundo.

—Puedo hacerlo.

—Puedes hacerlo —repitió Eren mientras Mikasa me sostenía de hombros.

—Es sencillo, Silvi —continuó— tocas la puerta, le das el té y listo.

—Pan comido —me animó Mikasa.

Estábamos parados como a tres metros de distancia de la puerta hacia la oficina del Capitán.

—Olvidenlo, no puedo —me di la media vuelta con la taza en mano, sin embargo la voz de Eren me interrumpió.

—¡Muy tarde!

Tocó la puerta, tomó a Mikasa de la muñeca y salieron corriendo dejándome sola.

Comencé a «medio entrar» en pánico -por «medio entrar» me refiero a colapsar en pánico-, incluso, comencé a pensar que no era tan mala idea salir corriendo.

—Adelante

Al escuchar la voz de Levi, supe que no me quedaba de otra más que encarar la situación.

Por enésima vez respiré hondo y abrí la puerta.

—Buen día, Capitán Levi.

Al entrar a la oficina me topé con su mirada, que aunque antes la hubiera clasificado como indiferente, ahora apreciaba sus gesto de asombro.

Era como si me permitiera conocer otra faceta de él.

Una faceta que solo yo puedo apreciar.

—Lenz —me sobresalté un poco cuando me llamó— sabes que no hay entrenamiento hasta que estés completamente bien de tu tobillo.

—Sí lo sé, señor —contesté con el corazón latiendo frenético— es solo que quise traerle esto.

Me acerqué y le dejé la taza en el escritorio. Se me quedó mirando, con esos ojos que me hacían tener cosquillas en el estómago.

—Es una forma de ofrecerle disculpas y agradecerle —proseguí después de aclarar mi garganta.

—¿Disculpas y agradecimiento? —contestó dejando a un lado del escritorio la hoja que estaba leyendo.

—Sí... Unas disculpas por el escándalo de anoche con Reiner y... Agradecerle por decirle a Eren que vaya a verme.

—Se supone que Eren no debía decirte eso.

—Y no lo hizo —aclaré— creo que era algo bastante evidente.

—Ya veo.

Le sonreí y nos quedamos prendados mirándonos el uno al otro por unos minutos, hasta que volvió a hablar.

—¿Siempre te ha tomado con tan poco respeto tu novio? —desvío la mirada hacia sus papeles, de nuevo.

—Ex novio —corregí. De la nada alzó la mirada, viéndome con aquel brillo en sus ojos— Lo que pasó anoche... Fue la gota que derramó el vaso.

En un dos por tres volvió su mirada al portapapeles

—Ya veo.

—Bueno, s-si me disculpa, iré a desayunar. Con permiso.

Asintió y salí del lugar. Apenas cerré la puerta solté un suspiro.

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Llevaba un rato leyendo sobre la cama. Ya había llegado la noche y la cena estaría lista en unos treinta minutos aproximadamente.

Estaba justo en la parte más interesante del libro cuando tocaron a mi puerta.

Supuse que era Mikasa, ya que la estaba esperando.

—Mikasa, ya sabes la regla, suéter que se queda, suéter que me adueño.

Abrí la puerta y me topé con la persona que menos quería ver en el mundo.

—¿Qué haces aquí? —pregunté fastidiada.

—Mañana me voy del cuartel —contestó Reiner con voz suave.

—¿Y qué? —crucé mis brazos, con mirada de indiferencia— ¿Te aplaudo o qué quieres que haga?

—Por favor Silvia, tenemos que hablar.

—No, no tenemos. Todo quedó claro ayer —reí con sarcasmo— no entiendo con qué derecho vienes a querer hablar después de todo.

—Sé que no tengo derecho, pero debes escucharme —me susurró, como si temiera que alguien más lo escuchara.

—¿Por qué debería?

—Porque soy tu novio —junté las cejas, mirándolo con expresión seria— solo quiero aclarar las cosas antes de irme, se supone que va a ir toda la tropa 104 y no sé cuando voy a volver y pensé que tú irías...

—Reiner —le interrumpí— ¿Tú crees que seguimos siendo pareja?

—Eso pensé —contestó serio.

—Pensaste mal —le dije molesta— ¿Para qué seguir fingiendo que sientes algo por mí? ¡Es ridículo!

—¿En serio piensas que todo lo que pasamos juntos fue una mentira, Silvia? —se comenzó a acercar, pero lo detuve colocando mi mano en su pecho y empujándolo.

—No lo pienso, sé que es mentira. Al igual que sé que estas aquí porque te conviene. No sé la razón, pero eso me diste a entender —apreté los puños que había formado mis manos. Sin despegar la vista de sus ojos— No voy a caer en la misma piedra, Reiner. Así que vete.

—¿Entonces hasta aquí vamos a llegar?, ¿Por una pelea completamente inmadura?

—No —le contesté— estamos terminando porque ni siquiera debimos empezar algo... Si nunca hubo amor.

—¿Acaso tú no te enamoraste de mí?

—No mereces saber esa respuesta —nos quedamos en silencio, viéndonos— vete, y no me vuelvas a buscar.

Sin más, se marchó. Estaba apunto de cerrar la puerta, cuando una sonrisa se asomo en mi rostro.

—Y buenas noches, capitán— dije sabihonda.

Lo había visto de reojo pasando cerca y estaba completamente segura que se había quedado a escuchar la platica.

No me molestaba, en lo absoluto. De hecho, el pensar que estaba escuchando me daba el valor para decirle todas esas cosas a Reiner.

Como si de alguna manera, el tenerlo cerca me hacía fuerte.

Como si de alguna manera, el tenerlo cerca me hacía fuerte

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Nota: Lo siento por traerles capítulos cortos últimamente, son mis últimas dos semanas de clase y estoy dnkwnska.

Esperemos todo salga bien y pueda volver a pasar mi semestre en limpio, así que muy probablemente no actualice mucho la siguiente semana, pero después de esta travesía llamada escuela, les prometo que volverán los capítulos normales y las actualizaciones más seguidas.

Los veo pronto y cuídense ✨.

Wᴇ·ʀᴇ HᴇʀᴏᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora