32¦¦ 𝑨𝒏𝒔𝒊𝒆𝒅𝒂𝒅

14.8K 1.6K 1.3K
                                    

—No

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No.

Levi se levantó de su asiento, alejándose de mi justo cuando nuestros labios comenzaban a rozarse.

—¿Qué? —pregunté en un susurro, completamente incrédula.

El azabache pasó una mano por sus cabellos con una frustración notoria. Juré por un segundo que escuché como se clavaba una estaca directo a mi corazón y, les puedo confirmar, que duele aún más que el roce de bala en mi brazo izquierdo.

—¿Qué no lo ves con claridad, Silvia? —me miró juntando sus cejas con aire molesto.

—No. Explicate —contesté seria con corazón acelerado y nerviosismo saliendo a flote.

—Todas las personas que se me acercan terminan dañadas, sin excepción —lo miré con cejas enarcadas— no quiero que te pase lo mismo.

—¿Por eso me mandaste a las Tropas de Guarnición? —pregunté al terminar de atar cabos en mi cabeza— ¿Para alejarme de ti?

Pasaron unos minutos de silencio. Me daba la espalda por lo que no pude analizar sus expresiones faciales, pero apreciaba los músculos de sus brazos tensarse debido a la fuerza con la que cerraba sus manos en puño ante mi pregunta.

—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté.

—Si te lo hubiera ordenado ¿hubieras obedecido? —preguntó, la respuesta era clara.

—No, pero lo hubiéramos resuelto juntos —contesté firme.

Me miró de reojo sin dejar de darme la espalda, me acerqué cautelosa hasta lograr que mis manos alcanzaran sus puños, colocándose encima de ellos.

—¿Para qué tratar de rescatar algo que no tiene futuro?

Lo miré extrañada ante su pregunta, giró su rostro para verme y encararme, después de unos segundos prosiguió:

—Tendríamos que tener siempre nuestra relación en secreto, ocultar lo que sentimos el uno por el otro, vamos, ni siquiera sabía si llegaríamos lograr casarnos o tener una familia —nuestros ojos se conectaron, los de él transmitían cierta tristeza— quiero que tus únicos limitantes de tu libertad sean los muros, no yo.

—No eres un limitante, sería completamente feliz a tu lado a pesar de todo.

—Lo dices porque sigues enamorada de mí.

—Sí, y porque estoy segura de lo que quiero —le di la vuelta para quedarnos frente a frente— ¿Por qué no me dejas entregarte mi vida así como me diste la tuya?

—¡Entiende que jamás estaremos juntos, Lenz! —exclamó haciendo que me sobresaltara por su potente voz— que te entre en la cabeza que no podemos estar juntos.

Traté de tragar el nudo en la garganta e intentar hablar, pero lanzó un último comentario que me hizo toda la seguridad que tenía hace unos minutos perecer.

Wᴇ·ʀᴇ HᴇʀᴏᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora