33¦¦ 𝑬𝒍 𝒉𝒖𝒃𝒊𝒆𝒓𝒂

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Gruñí de frustración mientras tallaba con brusquedad la losa de la cocina

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Gruñí de frustración mientras tallaba con brusquedad la losa de la cocina.

Había una mancha que no podía sacar y que me estaba volviendo más loca de lo que ya estaba.

Me coloqué bien el trapo en mi cabeza mientras sacaba un suspiro agotado.

Volví a remojar la tela con la que estaba limpiando y volví a tallar.

Llevaba cinco minutos intentando quitar esa jodida mancha, la frustración fue tanta que comencé a tallar tan fuerte que lastimé mis nudillos.

—¿Todo bien?

Me di la vuelta para toparme con Mikasa, quien se acercó con una escoba entre sus manos.

—Esta maldita mancha no se quita, ya me tiene hasta la coronilla —dije furiosa mientras seguía tallado con fuerza.

—Tal vez se quitaría si le pusieras un poco de jabón al agua.

Alcé la vista para verla, tenía el bote blanco entre sus manos con una ceja arqueada.

¡¿De verdad olvidé el puto jabón?!

—Gracias —dije después de gruñir una vez más, tomé el jabón y lo eché en la mancha para tallar una vez más.

El causante de mi estrés se fue en un dos por tres.

—Estás muy despistada, ¿no crees? —preguntó Mikasa, abrí la boca para contestar pero ella interrumpió— y sí, ya sé que de por sí eres despistada, pero ahora estás aún más de lo normal.

Suspiré mientras me quitaba el trapo de mi cabeza, sobé mis sienes y cerré los ojos.

—Es difícil, ¿sabes? —apoyé mis manos en la losa— pensar que en cualquier momento todo puede cambiar con la decisión equivocada.

—¿Crees que fue un error venir?

—Solo les estoy perjudicando —admití— no he hecho nada desde que vine.

—Tampoco es que pudiéramos hacer mucho —reímos con un deje de tristeza— en realidad, el tenerte aquí ya es una ayuda.

La miré con una ligera sonrisa.

—Al menos, el Capitán Levi ya no nos castiga tanto —reímos ante su comentario.

—Creo que ahora tendrá menos paciencia, así que cuidado —le advertí sin quitar la sonrisa de mi rostro.

—¿Por qué lo dices?

—¿Recuerdas que no me quería ver ni en pintura? Bueno, ahora no quiere digan mi nombre.

—No lo creo —contestó— se delata él solo cuando te mira.

Reí una vez más.

—Eso fue antes, ahora no.

Wᴇ·ʀᴇ HᴇʀᴏᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora