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¿Por qué estoy recordando todo esto ahora?
¿Qué demonios está pasando?
¿Dónde estoy?
¿Por qué no puedo moverme?
¿Estoy muerta?
No, no puedo estarlo.
Si estuviera muerta, no estaría escuchando esos gritos de Eren aunque sean casi indescifrables.
Con todo el esfuerzo que tenía intenté levantar los párpados, sin embargo no logré hacerlo en su totalidad.
Eren le estaba gritando a alguien, pero la segunda voz no alcanzaba a identificarla, no obstante aquella persona estaba a un lado de mí, de eso estaba segura.
Al parecer se dio cuenta que quería despertar así que se acercó, no podía ver su rostro, lo único que divisaba eran sombras debido a la luz que llegaba a lastimar mis ojos.
-¡No te le acerques imbécil! -escuché el grito de Eren alterado.
Sentí unas manos retirar unos mechones de cabello que estaban en mi rostro, con una delicadeza y un cariño impresionante.
Los demás gritos de Eren me entraron por un oído y salieron por el otro, porque no tenía cabeza para pensar o atar cabos de lo que estaba pensando. Apenas estaba despertando.
Dirigí mi mano hacia la mejilla de la persona jurando por un segundo que todo había acabado, que me encontraba de nuevo en el cuartel y que aquella persona que me trataba de manera tan dulce era...
-¿L-levi?
Fue lo único que logré susurrar, escuché la risa arrogante de Eren mientras esa persona se alejaba de mí, retirando mi mano de su rostro.
-¡Oh, sí! Se me olvidó comentarte Reiner. Ella y el Capitán Levi son novios... Ella no te ama.
-¿Reiner? -susurré mientras me sentaba y sobaba mi cabeza, provocando un silencio absoluto.
Cuando logré recuperar la vista miré a mi alrededor para toparme de frente con el rubio.
-¡Pedazo de mierda!
Me tiré encima de él para darle otro puñetazo, intentó empujarme una vez más pero dejé sus brazos contra el suelo.
-Vaya, nunca había visto a Silvia así.
Al escuchar aquella voz miré hacia la dirección de donde provenía causándome impacto.
-¡¿Ymir?!
Aprovechando la oportunidad, Reiner logró empujarme hacia atrás y tomó mis brazos para dejarlos pegados al suelo.
-Aún sigues siendo débil para mí -contestó Reiner mientras yo forcejeaba para quitarlo de encima- así que me cambiaste por ese enano, ¿ah?
