Capítulo 47

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Iba de camino al lugar donde vería nuevamente a una de las personas menos agradables para mi gusto. Estaba entrado a el restaurante que albergaba el hipódromo de Saratoga, todo estaba decorado de manera rústica, elegante y sofisticado.

Mientras que uno de los meseros me guiaba hacia la mesa, a lo lejos me fijo en la persona que se encontraba sentada en ella.

-Abuelo, Buen Día- digo cortante.

Él me mira con incredulidad.
Tira la servilleta en la mesa y se levanta de su silla para recibirme. De manera cortés.

-Buen Día-dice con seriedad.

Me siento en la silla sobrante; el toma nuevamente su lugar y toma la servilleta en sus piernas.

-te pedí un whisky-dice firme.

-no es necesario -digo serio.

El solo se quedó en silencio acompañado de una mirada de desaprobación, estaba llena de arrogancia y amargura.

-no sabía que habías llegado de Italia- digo serio.

-ya te diste cuenta- dice con frialdad.

-no te quedaste en la casa de la abuela.

-pase temprano por allí-dice serio.

En ese momento llega una joven vestida muy elegante y deja los platos de comida junto a las bebidas en la mesa. Yo agradezco y se marcha.

-hoy me iré de allí, me hospedare en otro lugar- digo cortante.

-no será necesario, sabes que esa casa es más de tu abuela que mía-dice frío- se que tu abuela dijo que te quedaras allí- toma un trago se us bebida.

Me quedo en silencio por unos largos segundos.

-llegue en la madrugada a Saratoga solo vine por negocios- dice serio- supongo que tu igual- afirma.

-como supiste que estaba aquí- bebo un poco de whisky.

-Me entere que los Leduc están teniendo algunas discordias entre ellos- dijo seguro- sabia que tenía que ver con el hipódromo. Te dije que no te metieras en negocios con esa familia, pero eras tan joven y necio- dice arrogante.

-¿por qué querías verme?- digo enojado.

-parece que la formación que te di cuando eras un crío, trajo sus frutos- dice frío- siempre creí en ti Zac Harrison, sabía del potencial que tienes. Aunque aveces me hacías dudar si en realidad tenía razón-dice.

Lo miro con enojo.

-es una pena que tu padre no te ayude a explotarlo-dice serio.

-lo hago muy bien solo y como no e necesitado de mi padre estoy seguro que de ti tampoco-hablo con orgullo.

-incrédulo igual que su padre-dice con cinismo.

Mi paciencia ya estaba llegando al límite.

-y tu aún sigues siendo el mismo hombre que recordaba. Igual de arrogante, calculador, ambicioso y por supuesto lleno de codicia- le sigo con una pequeña carcajada llena de lástima.

Losh Harrison & AsociadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora