27. REAL LIFE

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REAL LIFE

-Tú puedes quedarte en mi habitación, yo dormiré en el sofá de abajo.

-¿Qué? No, Tom, es tu habitación.

-Grecia.

-¿Qué?

-Estaré bien.

Tom tomó su equipaje y Grecia lo detuvo poniendo una mano encima de la de él.

Lo miró seria y con sus cejas en alto. Él no ganaría esa ronda.

-Al menos déjame dejarte la cama –sugirió Tom.

-Thomas.

-Grecia Leanna.

-Oh, no lo dijiste.

-Lo dije. Ahora hazme caso, tú en la cama, yo en el sofá –Grecia iba a hablar pero él continuó interrumpiéndola. –El sofá de mi habitación.

Ella lo dudó. Pero luego cedió.

-Bien.

El resto del día fue puras risas y buenos momentos.

Tessa y Pandora se habían conocido y ahora corrían y jugaban en el gran patio trasero de la casa de los padres de Tom.

Dominic y Nikki adoraban a Grecia. Ella se demostró muy cordial con ellos. Paso un gran rato con Nikki hablando de la organización de caridad que ella había fundado junto a su familia. Nikki le pidió tímidamente a Grecia si podía acompañarla a un hospital de niños con cáncer a hacer una presentación como Rapunzel, al menos para cantar, los niños se volverían locos al tener a la auténtica princesa en persona. Greece aceptó encantada. Tom iría vestido de Spiderman.

Sam, Harry y Paddy estaban encantados con hacerle bromas a Grecia, pero se dieron cuenta de que la rubia era aún más malévola que ellos al molestar a alguien, así que terminaron rogando que ella parara.

-Amo a tus padres –le sonrió Grecia a Tom desde la cama.

-Ellos te aman a ti –rió. -¿Qué haces?

-Míralas, son tan tiernas –contestó Greece mientras apuntaba su celular para inmortalizar a Tessa y Pandora en una fotografía. Las perras estaban dormidas una al lado de la otra junto a la gran ventana de la habitación de Tom.

-Oye, ¿puedo preguntarte algo? –habló el británico luego de un largo rato en silencio.

Grecia solo asintió y palmeó el lugar disponible a su lado en la gran cama.

Tom se recostó a su lado. Puso su brazo derecho bajo su cabeza y el izquierdo descansaba en su estómago. Su mirada estaba fija en el techo. Su corazón latía fuerte y dudó en el último segundo si decir lo que tenía en mente. Pero dejó de pensarlo.

-¿Qué sientes por mí?

Grecia se tensó. Dejó en la mesa de noche su teléfono que aún estaba en sus manos. Su pulso se aceleró, ella definitivamente no esperaba esa pregunta.

-Contesta, por favor. Acepto un golpe, o un insulto. Solo, di algo –rogó Tom ahora viéndola a los ojos.

Ella se recostó de costado y Tom imitó su posición.

-Yo...

¿Qué le iba a decir?

Me encantas, pero aún no creo haber superado al idiota de Grant que ¡oh, por cierto, acaba de comprometerse con LA! ¿Quién iba a decir que iban tan rápido?

Los ojos de Grecia estaban siendo hipnotizados por los del chico frente a ella.

A ella le gustaba mucho Tom. No. Corrección. Le encantaba. La tenía loca. Sus sentimientos confusos sobre Grant eran solo excusas para dejarse ser feliz de manera auténtica y real por primera vez.

Ella sabía que una amistad con Tom era inalcanzable, así como un vínculo amoroso con Grant lo fue hace un tiempo.

Se gustaban demasiado para quedar solo como amigos. Era ridículo. Solo estaban intentando engañar al tiempo.

Entonces, se decidió.

Grecia no tuvo que decir nada, porque en su mente ya lo había procesado.

Inclinó su cabeza hacia adelante y juntó su frente con la de él. Tom supo en ese instante la respuesta. Ambos sonrieron.

-Me tienes loca –susurró.

-Y tú a mí –le contestó él.

Luego de un tiempo, sus labios volvían a encontrarse.

Al principio fue un beso algo violento, ambos intentaban saciar sus ganas, pero se dieron cuenta de que besándose no se las quitaban, sino que las incrementaban.

Sus lenguas se movían coordinadamente. Tom tomó a Grecia de la cadera y la posicionó sobre él. Ella pasaba sus manos por el cabello de él, luego por su cuello, su pecho, hasta llegar al dorso de su camiseta para quitársela. Él hizo lo mismo con la de ella, Grecia no traía sostén así que eso resultó un obstáculo menos para Tom.

Las manos de él acariciaban la espalda de la chica y la apretaban cada vez más hacia su cuerpo, con tanto cariño y deseo que de ser posible, se hubieran fundido en una sola alma.

Sus pantalones quedaron en el suelo de la habitación y quedaron ambos solo en ropa interior. Él estaba ahora encima de ella.

Tom bajó al cuello de Grecia, lo besaba, lamía y succionaba, haciendo que ella gimiera por lo bajo, cubriéndose la boca para que los Holland no escuchara lo que ocurría en la habitación de al lado.

Siguió bajando hasta llegar a los pechos de ella. De nuevo. Besar, lamer, succionar. Besar, lamer, succionar. Grecia arqueaba su espalda al sentir el contacto de la lengua de Tom en su cuerpo, y la mano de él en su clítoris, masajeándolo lentamente, haciéndola sufrir.

Ella bajó su mano a la entrepierna de él, comenzó a apretarlo y masajearlo de la misma forma que él lo hacía con ella. Ambos se hacían desear.

Tom cubrió la boca de Grecia con una mano y con la otra introdujo dos dedos en ella. La rubia gimió y cerró los ojos por el placer.

Sus cuerpos emanaban calor y sudor. Estaban tan excitados que no había otra cosa que pudiera invadir sus mentes en ese instante salvo el querer disfrutar el momento.

Él quitó el último pedazo de tela que quedaba puesto en ella, y mirándola a los ojos bajó con su lengua por su estómago hasta su entrepierna. Besar, lamer, succionar. Tom pasaba su lengua a un buen ritmo y sus ojos no se desprendieron de los de Grecia en ningún momento. Introdujo dos dedos de nuevo dentro de ella, y ante eso la rubia no aguantó. Ahogó un gemido y echó su cabeza para atrás, cerrando los ojos. Tom sonrió al escuchar como ella gemía su nombre.

Grecia bajó de nuevo su mirada y tomó el rostro de Tom entre sus manos, haciendo que él suba de nuevo a la altura de su rostro. Se besaron apasionadamente y luego él le susurró.

-Te deseo tanto.

Ella sonrió.

-Hazlo.

Él quería escucharla decirlo. La excitación lo cegaba.

-¿Qué cosa? –le susurró contra sus labios.

Grecia se quedó en silencio observando sus ojos, oscuros llenos de deseo.

-Cógeme, Holland –gimió en respuesta al sentir la mano de Tom en su trasero.

Entonces, él le separó las piernas y se posicionó mejor. Tomó su miembro y lo adentró en ella sin dejar de verla a los ojos.

𝐆𝐑𝐄𝐂𝐈𝐀 ; 𝘛𝘖𝘔 𝘏𝘖𝘓𝘓𝘈𝘕𝘋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora