68. REAL LIFE

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REAL LIFE

-Lo siento. Jamás me perdonaré por lo que te hice.

En el sofá de la casa de Tom, estaban él y Grecia, al fin teniendo esa charla pendiente que, por dentro, ambos morían por tener.

La cabeza de Greece era un remolino de pensamientos y sentimientos. Acababa de terminar con Louis, estaba en la casa de Tom, lo había besado, casi tuvieron sexo en aquel sofá, decidieron parar para hablar, él se disculpó incontables veces, y ella aún no ha dicho ni una palabra.

¿Qué rayos estaba haciendo? ¿Acaso era lo correcto? ¿O tal vez debía seguir con Louis y olvidarse de Tom, aunque eso le costase horrores? ¿Debía quedarse sola? Tal vez eso le daría paz. Pero no. Ella no debía reprimir más sus sentimientos, toda su vida lo hizo y eso no la llevo a buenos lugares.

Tom la miraba expectante, nervioso, con sus manos temblantes sobre su regazo. Quería abrazarla, seguir besándola. En esos meses separados, se había dado cuenta que le era imposible vivir sin ella, no podía pensar en otra cosa que no fuera Grecia Louis, y la situación se le ponía cada vez más difícil, por verla tan seguido en los sets de grabaciones de las tres películas que actualmente compartían.

-No debo reprimir más mis sentimientos –susurró ella, de forma casi inaudible para Tom.

-¿Qué dijiste?

-No debo reprimir más mis sentimientos –habló de forma más clara. –Toda mi vida, Zoey, mi padre y ahora tu madre y Louis, me han dicho que no debo hacer eso. Lo he hecho desde que tengo memoria, porque muchas veces siento que no merezco las cosas buenas que me pasan –sus ojos, de nuevo llorosos, lo veían.

Tom decidió acercarse, tomar entre sus manos las de ella, esperando que se dejara tocar por él. Ningún signo de rechazo apareció en el cuerpo de Grecia, así que él se acercó aún más, y la abrazó. Ahora él lloraba a la par de ella.

Jamás habían tenido una relación tan fuerte con alguien antes, ambos eran nuevos en estos sentimientos. Sentían que sus corazones dependían del otro, se necesitaban entre ellos para poder latir; de lo contrario, dolían, y demasiado.

-No te puedo prometer que serás feliz conmigo toda tu vida, pero lo que sí puedo prometerte, es que intentaré que lo seas todos los días por el resto de la mía –le dijo él al oído, haciendo que la piel de la espalda de Grecia se erizara.

Ella se separó y lo vio a los ojos, tan profundamente que, de ser posible, se habrían fundido en una sola alma. Y con ese momento recordó su primera noche juntos en la casa de Dom y Nikki, donde, por primera vez, se habían declarado que se amaban, mucho antes de admitirlo a viva voz. 

Se habían vuelto a sentir como adolescentes hormonales, con los sentimientos a flor de piel. No hablaban, solo se veían a los ojos, hasta que Tom retomó la charla.

-Espera aquí –le dijo, apuntándola con el dedo índice.

Se levantó del sofá y desapareció de la vista de Grecia por unos segundos para luego volver con una pequeña caja en sus manos. Volvió a su lugar, tomó una mano de ella y le colocó la cajita.

-Feliz cumpleaños –le habló dulcemente.

Ella desató el moño de tela color crema que había en la cajita, y la abrió. Dentro, había un collar de plata con un dije colgando del mismo material. El dije era una G y una T, entrelazadas delicadamente a la perfección.

-Lo he tenido desde antes de separarnos, decidí que iba a dártelo por tu cumpleaños. Yo tengo el mismo –sacó la cadena que colgaba en su cuello dentro de su camisa, y le enseñó el dije.

Sus ojos esperaban impacientes por una respuesta.

Grecia solo lo miró y, de nuevo recordando aquella primera noche, se acercó a besarlo.

Se besaban como la primera vez que sus labios se habían encontrado aquel día en el set de Infinity War, tímida y dulcemente, como si se tratase de muñecos de porcelana.

-¿Me ayudas a ponérmelo? –le sonrió ella y él asintió con gusto.

Luego de una larga hora de charla, Grecia había convencido a Tom de darse una ducha y acompañarla a su casa. Él no sabía de la fiesta sorpresa, pues Zoey no lo había invitado, nadie esperaba que lo que había ocurrido, ocurriera.

Al llegar a la casa de Paul, tomados de la mano, ambos se llevaron un gran susto al ver a todas las personas presentes gritando "¡feliz cumpleaños, Grecia!"

-¡Oh, por Dios! –gritó la rubia. -¿Qué...?

-Sorpresa, hija –le sonrió Paul y se acercó a abrazarla.

Así se acercaron todos uno por uno. Tom quedó a un lado, y luego de saludar a su amiga, Harrison lo vio y se acercó a él. Por la sonrisa en su rostro al mirar a Grecia, supo que se habían reconciliado.

-Es bueno tenerte de vuelta, amigo –le dijo abrazándolo. Lo había extrañado, porque no solo se había distanciado de Grecia, sino también de sus hermanos y amigos.

-Lo mismo digo, hermano –le contestó Tom.

Zoey apareció en el campo de vista de Tom y él se tensó. Estaba preocupado por lo que la mejor amiga de su, ahora de nuevo, novia iba a decirle.

-Creo que no es necesario amenazarte de vuelta, ¿cierto, Thomas Stanley?

-Tienes razón –asintió con la cabeza. –Zoey Francis –susurró.

Ella abrió sus ojos exageradamente y puso una mano en su pecho.

-¿Disculpa?

-Que también te extrañé, Zoey.

Luego de eso, ambos dejaron su orgullo de lado y decidieron abrazarse. Durante la relación de Tom y Grecia, Zoey se había acercado mucho al británico, al punto de haber llegado a llamarlo amigo. Ella, al igual que el entorno de ambos, se vio afectado y preocupado por la separación; ahora todos emanaban felicidad y relajación al verlos felices juntos de nuevo. Tom y Grecia eran de nuevo el eslabón perfecto que unía a toda la gente presente. 

La noche se basó en Grecia, obviamente. La rubia había decidido ponerse tan borracha, que no le importaba olvidarse de algunas cosas al día siguiente. Reía y compartía momentos con su familia y amigos. Harry estaba igual de borracho que ella, así que esa vez no pudo molestarla. Zoey y Harrison no se despegaron un segundo. Paul hacía amistades con cada uno de los Chris del cast de Avengers. Y Tom, veía a su chica ser feliz, como estaba seguro que lo haría hasta que sus pulmones dejaran de respirar. 

Grecia se divirtió como nunca en su vida, jamás había tenido una fiesta de cumpleaños tan recurrida; y lo mejor de todo era que se sentía amada. 

𝐆𝐑𝐄𝐂𝐈𝐀 ; 𝘛𝘖𝘔 𝘏𝘖𝘓𝘓𝘈𝘕𝘋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora