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Sentía el agua en mi piel, esa frescura que me producía, esa relajación

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Sentía el agua en mi piel, esa frescura que me producía, esa relajación.

- ¿Pensando en el Cullen, no? - preguntó Alec en un tono seco.

- ¿Podrías dejar de pensar que pienso en Emmett? - rodé los ojos– Y para que sepas, no estaba pensando en él.

- ¿Y entonces en quién ?.
Gruñi ya enfadada.

- En la relajación que me produce el agua– dije con un tono de voz frío.

Alec, al escuchar mi tono de voz, supo que estaba molesta y que no le convenía molestarme más.

Mire la luna, concentrándome en su color y en su belleza. Sentí el peso de la mirada de Alec sobre mí, lo ignoré, porque si lo miraba estaba segura que le iba a arrancar las cejas.

Oí un movimiento proveniente de Alec. Este se observa con los ojos cerrados, acercándose a mí.

Mi cara adquirió una total sorpresa, parecía que Alec iba a besarme. Me quedé totalmente inmóvil, en un shock total.

Alec, que era más alto que yo, se agachó, pero no lo suficiente y termino dándome un beso en mi ojo que estaba totalmente abierto. Alec frunció el ceño confundido y se alejó de mi.

- Alec– traté de no reírme– acabas de besar mi ojo.
Al parecer el no sabía la primera regla para besar a alguien: Debes tener los ojos abiertos hasta llegar a sus labios y recién cerrar los ojos, porque sino te podrían pasar estos tipos de accidentes.

Alec abrió sus ojos de par en par y estaba segura que si fuera humano se hubiera puesto totalmente colorado.

Este se sumergió en el agua y empezó a nadar a lo loco, seguro tratando de ocultar su vergüenza. Me reí mentalmente, me parecía adorable y tierno.

Agarré su hombro cuando nado más o menos cerca de mí y lo saque del agua.

- Cálmate, Alec– sonreí con ternura, pues por más que tuviera siglos seguía siendo un niño.

Alec bajo la vista, intentando ocultar sus emociones.

- Mírame, por favor– dije suavemente para que se tranquilizara.

El alzó la vista, totalmente avergonzado. Yo le sonreí con amor, pues por más que tuviéramos la misma edad él seguía siendo tan inocente.

Acaricié su suave mejilla y luego le di un beso en esta.

- ¿No estás molesta? - dijo Alec.

- ¿Cómo podría estarlo? Si eres adorable.

Alec me dedicó una mirada, de las que expresan cuanto te quieren y te valoran. Me sumergí en su mirada y así estuvimos un largo tiempo, ¿se estará enamorando de mí, su amiga de tantos tantos años? Que mala elección.

Veronica VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora