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– ¿Te gustó?– preguntó Alec mirando mi mano, donde se encontraba su regalo.

La idea de no responderle cruzó por mi mente pero el anillo era muy bonito y de mi estilo, lo que me conmovió. Sí, podía llegar a convencerme con un regalo.

– Si– respondí secamente, todavía molesta.

El rostro de Alec se iluminó, mostrando una hermosa sonrisa. Aparté la mirada de su cara, conteniendo una en respuesta.

– Me alegro muchísimo, Verónica.

Asentí ligeramente, experimentando sentimientos contradictorios. Me percaté de la sensación extraña que generaron en mi, ya que me caracterizo por ser decidida. Tenía deseos de que se marchara y a la vez no.

Alec acercó su mano a mi rostro, acariciando mis facciones. Miré hacia la pared, ignorándolo. Su dedo trazo mi mandíbula para luego querer tocar mi labio inferior. Quité su mano de un manotazo, mirándolo despectivamente.

– ¿Que crees qué haces?– pregunté alzando mi ceja.

Sus labios se convirtieron en una fina línea.



Sus labios se convirtieron en una fina línea

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Dejare esto por acá y me iré lentamente...

Veronica VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora