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– Buenas tardes, Aro– saludó Emmett con expresión seria

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– Buenas tardes, Aro– saludó Emmett con expresión seria.

No podía creer lo que estaban viendo mis propios ojos. Si, esperaba que viniera Emmett, pero no pensaba que solo en 3 horas ya se iba a encontrar frente a mi.

Mire a Aro, esperando que esté le dijera que se marchara, pero solo miró al visitante.

– Extiéndeme tu mano, querido– dijo Aro con una mueca de desagrado, sabía que no le agradaba Emmett.

Emmett lo miró mal pero extendió su mano, para luego mirarme intensamente. Apenas le devolví la mirada, sentí ese aroma que desprendía, quise matarlo y disfrutar de torturarlo hasta el último segundo, para luego quemarlo lentamente y que sintiera un gran dolor.

Cerré mis ojos, no era un buen momento para llevarme por mis instintos asesinos. Mire de nuevo a Aro, que este estaba soltando lentamente la mano de Emmett.

– ¡Como te atreves!– exclamó Aro con el ceño fruncido, bastante molesto– ¡Y encima presentarte aquí, frente a todos nosotros para realizar ese acto tan despreciable como raptar a una mujer!

Fruncí el ceño, maldigo el día que parieron a Emmett, como se atrevía a pensar siquiera que me iba a vencer y encima raptarme.

Cayo se levantó del trono, con su mirada penetrante característica y un ceño fruncido. Agarró fuertemente el cuello de Emmett y lo alzó del suelo.

– Vas a lamentar haber venido– dijo Cayo con una sonrisa cínica– Jane...

Jane dio un paso hacia uno de los líderes Vulturis, pero yo no iba a permitir que ella lo torture, cuando yo perfectamente podía hacerlo.

– Cayo...– hablé suavemente– permíteme torturarlo.

Veronica VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora