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Miré a Alec con una clara molestia en mi rostro.
– Alec... déjame que arme el rompecabezas, los dos sabemos quien es la más inteligente de aquí– cruzé mis brazos.

– No– dijo Alec ni siquiera alzando la vista.

Puse mis ojos en blanco, maldito imbecil.

– No me hagas que te muerda tu horrible cuello– observé su cuello extremadamente pálido y de piel lisa.

Alec me ignoró y siguió armando el rompecabezas.

– Eres un hijo de pu...– No pude terminar de pronunciar mi hermoso insulto, porque mi teléfono empezó a sonar, indicando que alguien me estaba llamando.

Suspire profundamente, realmente odiaba que me interrumpieran cuando estaba hablando.

–¿Hola?– pregunté con mi hermosa y sedosa voz.

Alec por fin alzó la vista del rompecabezas y me miró. Lástima, ya no requería su estupida atención.

– ¿Quien es, Verónica?– preguntó Alec. Sentí la preocupación y confusión en su voz.

– Que se yo– le contesté molesta.

– Soy Emmett– respondió con un tono molesto que fácilmente se podía identificar.

Mierda, ahora quería hablar conmigo. Después de haberme insultado a mí y a mí familia.

Mire a Alec que tenía el ceño fruncido y una mirada intensa. Sinceramente no lo comprendía, no entendía esas reacciones que tenía, como me trataba o como cambiaba su cara de una feliz a una de tristeza.

– ¿Quieres o necesitas algo Emmett?– pregunte con un tono nada amigable.

– ¿Es verdad que te besaste con Alec?– preguntó Emmett en un tono de celos. Conocía ese tono, muchas veces lo había escuchado de diferentes hombres.

Me reí mentalmente.

– No tengo porque darte explicaciones, Cullen– le respondí casi escupiendo su horrible apellido– No somos nada y no seremos nada.

– ¿Te besaste con el si o no?– dijo Emmett con impaciencia y desesperación.

Otro hombre más había caído en mis garras. Me causaba muchísima gracia, porque pensaba que tenía algún control sobre mí, el no sabía lo equivocado que estaba. Solo era un hombre más del millón. Si, podría parecerme bonito y todo, pero yo no necesitaba a nadie.

– Si lo hice ¿Tienes algún problema?– pregunté probándolo.

– Claro que si– exclamó Emmett alzando la voz.

– ¿Quien te crees que eres para gritarme a mí?– dije con un tono venenoso, ese tono que generaba miedo a cada una de mis víctimas– lamento informarte, querido, no significas nada para mí y nunca lo serás– hice una ligera pausa– deberías considerarte afortunado solo por estar hablando conmigo.

Mire a Alec, que tenía una sonrisa cruel plantada en su cara.

– Te veré pronto, Verónica– y cortó.










Gracias por todos los votos y leídas❤️

Veronica VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora