11. Ramé

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- Despierta de una vez - repetí por milésima vez, el sólo se aferraba a mi cadera ocultando su rostro entre mis piernas lo cual era vergonzoso - tenemos que ir a desayunar... ¿no te sientes bien?.
- Me siento bien - susurró ladeando su cabeza dejando de sumergir su rostro.
- Kageyama, no podemos seguir acostados - lo miré esperando que entienda.
- Lectura corporal - volvió a susurrar.
- ¿Perdón? - lo miré intrigado.
- No soy bueno con palabras, así que he estado estudiando...
- ¿Tu estudiando? ¿Para qué quieres aprender lec....

Porque quiere ser mejor para ella... claro.

- Quiero entender a las personas, así que estudie mucho.
- Suena bien... ¿te ha servido? - desvié la mirada.
- Algo - se sentó levantándose muy a su pesar - vayamos a desayunar, ya pasaron los 20 minutos.

Sacó un cronómetro, así que era el abrazo del día, me reí divertido y ambos fuimos a comer. Al llegar todos ya estaban almorzando, nos sentamos con nuestro equipo y el día empezó.

Entrenamientos que me hacían dar el máximo, los castigos por sets perdidos, los descansos de sets ganados, lo de siempre, pero con algo nuevo cada día, porque aprendía más.

Me enfoqué tanto que el día terminó muy pronto, frente a mi estaba Kageyama sosteniendo un balón, sonreí y empezamos a practicar remates, no sé cuanto tiempo estuvimos entrenando pero en algún momento empecé a sentirme relajado y liviano, como si mi cuerpo automáticamente coordinará con el suyo logrando los ataques que tanto nos gustaban.

- Hinata - me llamó tras golpear el último balón de la cesta.
- ¿Ya te cansaste? - me burlé.
- Idiota - sonrió - quiero hablar.
- Últimamente... - sujeté el cinto inferior de la red algo nervioso - has estado actuando fuera de lo común, me alegra verte mejor desde la última vez que hablamos, en serio espero estarte ayudando de alguna forma, no esperaba que tu actitud cambiará tanto pero sigue siendo algo bueno - sonreí mirando la nada.
- ¿Soy extraño? - me miró atento.
- ¿Extraño? - lo miré divertido y me reí soltando una enorme carcajada, lo escuché gruñir y me tranquilicé agachando la mirada para ocultar mi diversión - tu locura está al mismo grado que tu amor por el voleibol, ¿me preguntas si eres extraño?... bueno, no creo que sea la palabra para definirte.
- ¿Y cual es? - se sentó.
- Claro que te he descrito de muchas maneras, pero nunca he tenido que escoger sólo una - me senté mirando el techo pensativo.

Obviamente lo veo hermosamente, tan perseverante y decidido por algo que ama, es un soñador, que no se limita a imaginar, sino a luchar, esa misma lucha lo ha llevado a hacer un caos de su vida, pero la gente lo nota, piensan que es lguien sorprendente, concuerdo, porque... es tan malditamente hermoso como caótico. Nunca sabré que piensa, que hará o en qué lógica se basa, tal vez ni siquiera haya una lógica en su mente, reí levemente al pensar eso, quizá aquellas palabras que tanto se esforzó papá por enseñarme, al final servían para poder describir lo que veía.

- Ramé - bajé mi vista a sus ojos directamente, el ladeó un poco la cabeza.
- ¿Ramen? ¿Tienes hambre? - me miró confundido.

Apreté mis labios viéndolo sonrojado por aguantarme, pero no pude y exploté en carcajadas, el se acercó molestándome pero no podía parar de reír ¿cómo comparas el significado de algo tan profundo con un platillo?, no paré hasta después de un rato en el que ambos estábamos jadeando en el suelo uno al lado del otro.

- Ramé - le repetí - mi padre me enseñó muchas palabras en distintos idiomas, era amante de esas cosas.
- ¿Qué significa? - me miró y sonreí levemente mirando de nuevo hacia arriba.
- Que eres un caos - le resté importancia levantándome - tengo hambre, limpiemos ya.
- Idiota - susurró empezando ambos a limpiar.

No podía decirle, sería traición.

Veinte minutos (Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora