19. Fogata

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- ¿Podemos ir? - me emocioné al tener planeado hacer una fogata.
- Claro, por podemos te refieres a ti y Kageyama ¿no? - sonrió Kuroo y asentía efusivamente varias veces.
- Esta bien, pero que los entrenadores no sepan - me recordó Kenma.

Iba a ser genial acampar afuera, hacía frío pero hace tiempo no acampaba y nunca lo había hecho con amigos sólo con mi padre.

《Lleguó con Daichi y Suga para pedirles permiso y aceptaron con la condición de cuidarnos, sonó un poco como si fueran sus padres pero al final después de ducharse pusieron carpas para parar el aire que corría y poder encender la fogata, tendieron cobijas, colchas y almohadas cubriendose con mantas, Kenma estaba mirando atento a la pareja, parecían algo cansados pero por alguna razón no dudaba un poco en que no querían estar lejos del otro, algo había sucedido o de algo se habían dado cuenta... ambos.》

Me senté junto a Kageyama algo desvelado y el estaba cabizbajo, hace nada acababa de verme llorar y desde entonces ha estado muy callado, no hace nada, sólo se mantiene a mi lado y eso me asusta un poco, quizá lo haya descubierto.

¿Qué pasaría ahora? Empezamos a platicar todos hasta que Bokuto y Akaashi fueron a dormir, Kenma estaba rendido en los brazos de Kuroo quien platicaba con Iwaisumi, el gran rey estaba durmiendo apoyando su cabeza en sus piernas, sonreí al verlos a todos descansando cómodamente y mi desvelada empezaba a pasar factura, dejé caer mi cabeza en el hombro de Kageyama y el rodeó mis hombros dejándome apoyarme en el.

- Hinata, quédate despierto un poco más - me susurró y asentí descansando mi vista, al tiempo dejé de escuchar las voces que aún platicaban y abrí mis ojos mirándolo morder su labio.
- ¿Sucede algo? - lo miré algo preocupado.
- Quiero decirte algo - me miró a los ojos y noté sus nervios.
- Puedes decirme lo que sea - acaricié su brazo algo adormilado.
- Me gustas - susurró.

Si tenía un cansancio enorme se fue en un segundo, mi cuerpo entero se tensó y me giré a verlo sentándome correctamente por la sorpresa, esto... ¿es real?.

El me miró dolido y se levantó caminando rápidamente a otro lado, con la manta enredada en mi cuerpo lo detuve cuando giró por la esquina del gimnasio.

- Kageyama espera - tomé su mano.
- No necesito que lo digas, lo entendí - se detuvo sin mirarme.
- ¿Qué es lo que entendiste? No he dicho nada, no me has dejado hablar - dije algo agitado.
- Te dije que he estado estudiando para poder entender a las personas, tu reacción fue exactamente la de un rechazo.
- Estaba sorprendido, si quieres entender a la gente tienes que aprender junto a ellas no a través de los libros - me puse frente a el al no querer girararse - ¿Por qué reaccionas de esta forma?.
- No quiero ser rechazado de nuevo - desvió la vista - no que seas tu quien lo haga, fuiste quien me dio la oportunidad de volver a empezar, no quiero que la persona que le dio sentido a mi vida me de la espalda, no quiero verlo ni escucharlo, entiende eso por favor y déjame tomar un tiempo a solas.
- No voy a dejarte solo, cuando estoy mal tu eres quien está conmigo y viceversa - apreté su mano - mirame a los ojos, no huyas.

El me miró con sus ojos rojos por querer llorar, le sonreí y me apagué a el recargando mi frente en su pecho, escuchaba su corazón acelerado, con cuidado me desenredé de la manta y le hice una señal para que se agachara.

- No alcanzo no te burles - lo miré molesto y el rió levemente dejando salir unas lágrimas que después talló con el dorso de su mano agachandose.

Lo miré unos segundos sintiendo mi corazón a punto de explotar por lo que iba a hacer, al mismo tiempo que lo rodee con la manta tiré de ella jalandolo hacia mi y lo besé, obviamente fue torpe y algo fuerte, pero me miró sorprendido.

- Todo este tiempo... ¿estabas hablando de mi? - le pregunté y me miró confundido - fue casualidad, pero vi una de las confesiones que te hacen - giré la cabeza haciendo una mueca de disgusto - escuché que le decías a la chica que te gustaba una persona y esa era la razón por la que estabas así de distraído, desde entonces me sentí raro... no quería que alguien te estuviera haciendo daño, así que sin saber bien lo que sentía me decidí por ayudarte a ser feliz, te lo dije y empezamos con abrazos... al tiempo empecé a confundirme más cada vez hasta que me di cuenta que me has gustado desde conocernos - me sonrojé mirándolo - pensé que te gustaba alguien más así que me dolió, pero quería seguir lo más posible contigo entonces empecé a sentirme afectado cuando me tratabas tan bien, porque pensaba que ibas a dejarme después, ¿por qué no me lo dijiste? ¿me crees capaz de darte la espalda y dejarte? ¿piensas que voy a rechazarte?.
- Yo... tenía miedo - me miró llorando - porque no quiero que no estés a mi lado, no puedo imaginarte lejos de mi, así que al descubrir que no es normal que te guste un chico y pensar que podías sentirte incómodo conmigo me asusté y no dije nada.
- Necesitamos hablar mucho - sonreí.

El asintió pero se volvió a inclinar acariciando mi mejilla, me dio un pequeño beso sintiendo sus labios helados, entre pequeños toques y choques algo torpes logramos besarnos, un largo rato en el que mi cuerpo entero sentía una gran emoción y euforia, me rodeó cubriendome con la manta acariciando mi cintura, rodee su cuello y tras un largo rato nos separamos.

¿Significaba que podía estar con el para siempre?.

Veinte minutos (Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora