28. Paciencia

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Al terminar Kageyama tomó una de mis mochilas caminando ambos a su casa nuevamente, si, me quedaría de nuevo ahí, era más cómodo ir a la escuela desde su casa pero solo sucedería un par de días a la semana, cuando llegamos el me ofreció el baño mientras cocinaba, así que me apresure a tomar una ducha, dentro me aseguré de poner el seguro y estando en la regadera miré mi mano.

En internet decía que debías limpiar adentro también con un jabón especial, nervioso acerqué mi mano, no pude evitar dar un salto cuando toqué la entrada y me tensé al meter la punta del dedo, sonrojado y apretando los dientes para no hacer ruido lo terminé de meter, limpié con cuidado y nervios, no dolió para nada, más bien era una sensación extraña, no solo la sensación, la situación lo era aún más, era una locura, sonrojado salí de la ducha hacia el comedor.

- Estás muy rojo - me miró sonriendo - ¿el agua estaba muy caliente?, podrías haberme dicho - acarició mi cabello.
- Está bien, el agua me agradó - baje la vista.
- Iré a bañarme, espera un poco por favor - se fue.

Cuando el volvió yo ya me había calmado, debo admitir que si sentía diferente mi cuerpo, pero no era tan notorio, terminé de cenar junto a él y tras hacer algunas tareas fuimos a dormir, estando ya acostados el besó mi nuca.

- Tu cuello es muy lindo visto desde aquí - susurró besandolo un poco.
- ¿Mi cuello? - susurré nervioso.
- Si - rió vagamente.
- ¿Aún no tienes sueño? - tomé su mano.
- No, estoy algo inquieto - me abrazó un poco más fuerte - siento que has estado evitandome hoy, si no te gustó que me sobrepasara ayer, lo siento mucho, no lo haré hasta que estés listo.
- No es eso - me giré para verlo de frente pero no podía mirarlo a los ojos por la vergüenza - yo, ni siquiera sabía cómo dos hombres podían hacerlo, así que cuando leí un poco sobre el tema, me da pena y es difícil verte a los ojos - hablé bajo.
- ¿Es por eso? - respondió - entonces, conmigo... ¿no te doy asco?.
- ¿Qué? - lo miré entre sorprendido y molesto - claro que no me das asco, te dije que me gustó y tú también me gustas, solo estaba nervioso.
- Yo también estoy nervioso - tomó mi mano - desde que supe que me gustas tuve la misma duda que tú, así que investigué un poco, y ahora que pasamos las noches a solas me es difícil no querer pasarme - mordió su labio - pero me da más miedo lastimarte, por eso, ¿qué tal si empezamos poco a poco? - me miró a los ojos, al verlo emocionado y nervioso no pude evitar perderme en su mirada y asentí.

El se levantó a un cajón y trajo una caja pequeña de dónde sacó algún gel o crema y condones, lo mire algo nervioso cuando se sentó a mi lado.

- Tranquilo, pararemos cuando tú lo digas, solo... voy a aflojarte un poco - me sentó entre sus piernas.
- ¿Aflojar? - lo miré curioso, el acercó la crema y condones a nosotros recargandose en la pared y a mí en su pecho, me estremecí cuando sus manos pasaron por mis muslos separandolos y doblando sus rodillas para mantenerme de esa forma, era una posición bastante cómoda, cuando deslizó su mano por mi trasero y la detuvo en mi entrada di un pequeño salto.
- Aquí - presionó un poco sobre la tela - tienes que acostumbrarte para que no duela.
- B-bien - apreté la sábana a los costados de ambos.
- Levanta un poco tu cadera - lo hice y bajó toda mi ropa inferior hasta quitarla, me sonrojé muchísimo por estar semi desnudo así que lo miré nervioso.
- Kageyama - tomé una de sus manos.
- ¿Quieres parar? - negué con mi cabeza.
- ¿Puedes sostener mi mano? - el me miró sorprendido y se sonrojó asintiendo, entrelazó nuestros dedos y besó mi mejilla.

Puso un condón sobre dos de sus dedos y aplicó el gel un poco abundante, se sentía frío y extraño, apreté su mano cuando metió sus dedos, abrí mi boca soltando un gemido tan vergonzoso como los de ayer, sus dedos eran el doble de grandes que los míos.

- Dios - susurró sonrojado - ¿tienes que ser tan provocativo?.
- ¿Qué? - lo miré temblando.
- ¿Te duele? - lamió mi cuello.
- No mucho, pero se siente raro y me sorprendió - susurré.
- Voy a moverlos un poco - asentí sintiendo como movía las puntas en forma de círculo hasta relajarme y hacer círculos con sus dedos entrando y saliendo, encorbé mi espalda cuando los abrió adentro, mis gemidos hacían eco por toda la habitación, el siguió haciéndolo unos minutos y los sacó - ¿estás bien?.
- Estoy bien - dije jadeando echando mi cabeza hacia atrás, cuando me calmé sentí su miembro erecto, yo me había venido cuando tenía sus dedos dentro - ¿quieres que te ayude? - bajé la vista.
- S-si - me giré de frente a él acariciando con mis puntas de los dedos el bulto, desde el tronco, el cerró sus ojos frunciendo un poco el entrecejo pero abrió su boca suspirando aliviado cuando bajé su ropa, me sonrojé mucho por el tamaño, ¿sería por su altura?, nervioso deslicé mi dedo haciendo círculos en la punta de su miembro, luego rodee la punta con mi mano haciendo círculos y usando mi otra mano para bajar y subirla por el tronco, el apretó las sábanas jadeando,  de vez en cuando forma un anillo con mis dedos presionando un poco de arriba a abajo y volvía a lo mismo - ¿puedo tocarte?.
- ¿Eh? - lo mire aún más nervioso, pero asentí dejándolo acercarse más.

Levantó mi playera rozando con el borde mis labios, así que la sujete con mi boca a lo que el volvió a bajar sus manos acariciando mi cintura, cuando deslizó sus dedos por mi pecho temblé un poco, era extraño pero las cosquillas se sentían bien, más cuando deslizó sus dedos por mi columna hasta mi trasero acariciándolo suavemente, sus roces eran tan sutiles que me producían muchas cosquillas.

- Ah carajo - susurró segundos antes de lamer mi pezón y empezar a succionar alrededor, gemí por ello, pero lo dejé seguir pues me gustaba, me iba a venir de nuevo si seguía acariciándome así, de pronto su miembro empezó a palpitar un poco y mordió mi pecho vieniendose, sentí que me vine igual, el me abrazó sentándome en sus piernas y acaricio mi cabello, jadeando ambos hasta calmarnos, esto era nuevo y me gustaba mucho.

Veinte minutos (Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora