37.

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- Espera - sujeté sus mejillas recuperando el aire, el apretó sus labios conteniendo sus jadeos - creo que escuché un ruido - dije mirando la puerta de su habitación.
- A menos que sea un fantasma, no hay nadie nunca en casa - besó mis clavículas.
- No me asustes - me tensé en parte por sus caricias y en parte por lo que dijo, se rió y me abrazó recostandome en la cama pues estaba sentado sobre el antes, me besó tomando un de mis muslos flexionando mi pierna para seguir moviéndose sin separar nuestros labios.
- Estás un poco más apretado - susurró besando mi cuello.
- Es porque voy a... - apreté su cabello y el jadeó por ello, retiró mi mano entrelazando nuestros dedos y empezó a moverse más rápido, siempre se sentía bien, pero no había tenido un orgasmo desde la primera vez que lo hicimos, aruñé su hombro y sentí ese temblor, cosquilleos y excitación que producía un orgasmo anal, mis piernas pedían juntarse pero su cuerpo no me lo dejaba y sentí como se corrió, solté un gran gemido producto del orgasmo y alguien abrió la puerta de golpe.
- Tobio, ¿estas bi...

Alguien máteme, cubrí mi rostro y el de inmediato me cubrió con una manta, a ambos, me abrazó agitado y yo me oculté en su pecho.

- Lo siento, ya me voy - escuché su voz apresurada y como azotó la puerta.
- ¿Quién era ella? - susurré avergonzado.
- Mi hermana - suspiró abrazándome.
- Dios, no puede ser - suspiré muerto de la vergüenza.
- Tranquilo, no pasara nada malo, tampoco pensará algo en especial.
- ¿Cómo sabes eso? - lo miré sonrojado.
- Porque yo ya le he contado todo lo nuestro, se supone que vendría mañana para conocerte, pero parece que se adelantó.
- No puedo creer que nos atrapara justo en ese momento.
- Si, hubiera querido disfrutar más el como te retorcias, fue muy sexy - besó mi frente y lo golpee haciéndolo reír - ¿probamos si conseguimos otro orgasmo?, siento que estamos de suerte hoy.
- Cual suerte - me quejé apenado.

El volvió a reír y me besó, no tardó en convencerme nuevamente y como el dijo, parecía que estábamos de suerte porque después de dos veces logramos otro orgasmo, tras una ducha me cargó en brazos a la cama, era de noche, habíamos vuelto del entrenamiento así que realmente no esperaba que volviera alguien, debí de haber parado cuando escuché el ruido afuera.

- Al menos ya confirmamos que no era un fantasma - me recostó en la cama.
- Hubiera preferido que lo fuera - suspiré acurrucandome en la almohada, le llegó un mensaje y tras leerlo suspiró.
- Es ella, iré a hablar un poco, puedes dormir ya - acaricio mi mejilla dejando un beso en ella.
- Lo siento, ¿quieres que vayamos juntos?.
- No te disculpes - me besó colocándose sobre mi, cuando nuestras respiraciones estaban agitadas y nuestras lenguas se enredaban lo separé - solo va a saludarme y se irá, será mejor que venga en otra ocasión.
- Bien - bajé la vista.

El se fue y yo... yo no pude dormir pensando mil veces en todas las malas impresiones que pude haber dado en ese momento, el llegó recostandose a mi lado, fingí estar dormido así que solo me arropó correctamente y me abrazó cayendo dormido de inmediato.

Tras un rato logré dormir también, viendo el lado bueno, no lo había, pero al menos su familia no parece tener problemas con nuestra relación, la próxima vez que los vea además de sufrir la mayor pena del mundo voy a dejar una mejor impresión de mi.

Veinte minutos (Kagehina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora