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Mi cabeza está revuelta, necesito esta situacion resuelta
Saber si tu mano y la mía siguen o se sueltan...

✨✨✨

Constanza

Tomé la botella de cerveza y la llevé a mi boca, sentí ese gusto amargo quemar un poco mi garganta mientras miraba el mensaje que me había enviado Mateo.

¿Por qué darle tantas vueltas al tema? Yo no era una persona así, si algo no fue por algo habrá sido pero esta vez no entendía por qué nos fue tan como el culo.

Mateo Palacios 🙄

Feliz cumpleaños, te amo.
00;00 pm

Te extraño.
01;40 pm

Mi mano temblaba y llevé mi mano a la cabeza nerviosa y puteandome por dentro al haberle mandado tal mensaje.

Agarré un buzo de Bárbara y salí de mi casa para caminar hacia La Boca, suspiro al no saber que carajo estoy haciendo, estoy un poco bastante drogada.

Llamo a mi mejor amiga y esta me contesta.

— Amiga no se que estoy haciendo con mi vida.—dije agitada por caminar rápidos

—¿¡Que?! —me pregunta sin entender nada —¿Que piensas hacer loca? —dice alarmada.

—Tranquila, no me voy a suicidar —rodee los ojos al sentir a esta suspirar alivida.

—Pelotuda, flashee despedida.—me puteo.

—Estoy yendo a la boca —conté mientras veía a un grupo de chicos en una esquinita, a lo lejos visualicé a Camilo y al lado de él un pibe con una campera de boca.

Era él.

—Ya me arrepentí Bar que hago —dije y esta rió en la línea —¡Pelotuda no te rías!

— Supongo que ya lo habrás visto, perdónalo, es un boludo pero te ama.—me colgó.

—Bárbara la concha de tu tía.—la putee.

Amigas así son para cagarlas a trompadas y después abrazarlas ahre.

Camilo le murmura algo a Mateo y este se da vuelta como si fuese el exorcista, era obvio que estaban hablando de mi y el morocho era terrible para disimular.

Yo estaba ni lejos ni cerca pero quede paralizada literalmente quería salir corriendo.

Me acerqué a aquella esquina, saludé a los pibes que se pasaban la cuarentena literalmente por el medio del orto y fui hacia Mateo, que sin decir nada nos llevó a un lugar un poco más "privado.

— Supongo que viste mi mensaje —exclamó el sonriéndome tímido, yo asentí.

— Pero vos no el mío —frunció ceño y yo me senté en la vereda, este me imitó.

—No es que no lo vi —respondió —Me daba cagazo no contestarte lo justo y que notes lo mucho que me haces falta.—me miró y yo me mordí el labio.

Me le quede mirando y sonreí, al verlo con el pelo más corto y prolijo.

Me acomode el pelo detrás de mi oreja y este me miraba atento a cada uno de mis movimientos.

—Felices diecinueve, Co —dijo un poco tímido —Te gustan los menores mepa —bromeó ya que él tenía un año menos que yo.

— Gracias —me llevé las manos a la cara y después prendí un pucho — Es el peor cumpleaños del mundo igual.

Este suspiró.

—¿A que viniste Co?

—Quiero que hablemos.—dije haciendo que esta trague saliva, estaba nervioso.

— ¿Me vas a putear? —negué —¿A empujar? —negué otra vez —¿Me vas a hacer llorar?

—Mateo no me hagas quedar como la mala del cuento acá, vos sabes que me hiciste mierda.

Este bufó.

—Ya se, ¿que queres que haga? —me habló mal.

— ¿Ves que sos un grosero de mierda? —dije enojada — Ni se para que vine, dejá —intente irme pero este me tomó del brazo, rodee los ojos.

— ¡No te entiendo! Fui a arreglar las cosas y me echaste, me enoje y ahora que estoy mejor venís y me pones todo patas arriba, ¿como queres que te trate? Yo soy un cagon pero vos sos una vueltera.—se quejó.

— Fuiste a arreglar las cosas el mismo día en el que yo tenía todos los pensamientos en caliente y lo que menos quería era ver tu cara Mateo.—dije.

—¡Te dije que te amaba!

—Yo te dije millones de cosas lindas y sin embargo vos te las pasaste por el orto y le dijiste a tu viejo puras pelotudeces.

—Ya no se que hacer, todo lo pones en mi contra.—rodo los ojos, alzando un poco más la voz.

Lo quede mirando y no podía creer lo cara dura que era.

—Sos un tarado de mierda, no se nisiquiera por que vine, no vales la pena —me levante de la vereda en la que nos sentamos hace unos minutos pero era imposible mantener una buena conversación con Mateo sin sacar los trapitos al sol.

— Ándate, no te voy a andar rogando por que te quedes —negué con la cabeza indignada y enojada a la vez, le hice fuck you y hablé:

Chúpala Palacios.—hice tres pasos y este me tomó del brazo para luego hablar.

—No mentira, quédate be...—cortó la palabra, como si se acababa de dar cuenta de lo que estaba a punto de decirme.

¿Me estaba por decir bebé?

Me miró fijo a los ojos y eso fue mi perdición, literalmente porque yo estaba hasta las manos y más caliente que no sé qué.

Pelotuda, pelotuda, pelotuda.

quarentine ; trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora