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Constanza

Entramos con Mateo al súper porque teníamos que comprar algunas cuantas cosas ya que nos estábamos quedando sin nada de comida literalmente.

Mateo pone caramelos, chocolates, galletitas y más boludeces en el chango y yo lo miro mal.

—¿Que? —pregunta el de rulos haciéndose el boludo.

—Mateo, no compres boludeces, ahorra la plata porque tampoco somos unos guitudos viste —me hace puchero — Elegí, los chocolates o los caramelos.

Este pone los ojos en blanco y después de una difícil decision agarro los tres paquetes de caramelos y los devolvió a su góndola, con todo el dolor del mundo ya que es un exagerado.

El de rulos me toma de la mano mientras vemos que llevamos, en eso yo sin querer por mirar hacia otro lado me choco contra una mujer que estaba viendo los precios, y cuando alzó la mirada para verla y recibir la puteada del año siento como Mateo se pone tenso y me aprieta la mano.

Y cuando vi contra quien, o mejor dicho, quienes estaban en ese supermercado y contra quien me había chocado quería salir corriendo de ahí, rápidamente pero mis piernas no reaccionaban al ver a mi mamá y Pedro juntos.

Llevaron la vista hacia nuestras manos entrelazadas y Mateo rápidamente sacó su mano de la mía, mi mamá tenía una cara de sorpresa y mucha pero mucha confusión, pero Pedro no, el papa de Mateo solamente se limitaba a mirar mal a su hijo, para él yo nisiquiera existía.

—¿Que hacen acá, Constanza? —preguntó mi mamá con un tono de enojo mientras se cruzaba de brazos.

Mierda, en donde carajo me metí.

Lo miré a Mateo y este tenía la cara pálida, literalmente, estaba como si hubiese visto a un mismísimo fantasma y ahí sabía que la que tenía que actuar, como siempre, iba a ser yo.

— Comprando —dije obvia y Pedro se llevó una mano direcatamente a la cara.

Si, era una respuesta muy estupida de mi parte, pero si podía alargar un poco la explicación lo iba a hacer.

— Creo que eso es obvio, estamos en un supermercado —dijo mi mamá — ¿Donde está Bárbara?

— Barbara está en su departamento ma —respondí.

—¿Y qué haces con el hijo de Pedro?

Me mordí el labio y miré hacia otro lado, Mateo tenía la vista baja y por dentro yo lo estaba puteando en mil idiomas a él y a Pedro.

—Nos vamos a casa, Mateo —expresó su papá y cuando Mateo iba a asentir yo lo interrumpí.

—¿Y ustedes que hacen juntos? Me parece que no solo nosotros tenemos que dar explicaciones.

Mi mamá rápidamente se puso colorada al mismísimo instante en el que terminé de hablar.

—Esto no lo vamos a hablar en un supermercado, vamos a la casa de Pedro y vamos a arreglar esto como personas decentes.

Iba a negarme pero no tenía opción, Mateo asintió y luego de comprar las cosas que teníamos en el chango fuimos directo hacia La Boca, siendo más específicos, a la casa de Mateo.

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Nos sentamos en el sillón con mi mamá y el papá de Mateo en frente de nosotros, también sentados en un sillón, parecía la discusión típica de película y charla familiar que siempre termina en un desastre.

Y en esta no me cabía duda alguna que iba a terminar así.

— Te lo vuelvo a preguntar, ¿Estas en el departamento con Barbi? —soltó mi mamá.

— Si...—respondí yo pero Mateo me habló encima, desmintiéndome.

— No Ivana —le habló Mateo a mi mamá — Estamos en lo de Bárbara, pero sin Barbara —mi mamá frunció el ceño y Mateo le explico — Ella está en la casa del novio.

— Ósea que me mentiste —habló esta mirándome mal, yo asentí.—Estabas viviendo con tu hermanastro y ni siquiera me lo dijiste.

Reí sin gracia.

—Hermanastro mío Mateo no es, te lo recuerdo —respondí con bronca —Que yo sepa Pedro y vos ya no están más juntos.

Pedro tosió.

— A eso queríamos llegar...—habló mi mamá nerviosa — Con Pedro estamos intentándolo de vuelta, queremos ser esa familia que fuimos y estamos seguros de que lo vamos a lograr, el amor lo puede todo.—entrelazó su mano con la de su ahora novio, y cuando vi la cara de Mateo totalmente neutra quería solamente gritar, gritar porque todo nos salía como el culo.

—Lo que sea que tengan ustedes ahora, se tiene que terminar —acota Pedro y yo lo miré fulminante.

—No, no voy a hacer eso.—respondí.

— No tuvimos nada, solo estábamos viviendo juntos —suelta Mateo haciendo que yo lo miré, extrañada, el nisiquiera me miraba y ahí me di cuenta de él por qué nos separamos antes o mejor dicho, por quienes.

Lo miré y un nudo en mi garganta se formó, las lágrimas querían escapar de mis ojos y mi vista se volvía cada vez más borrosa a causa de estas, cuando mi mamá sonrió al escuchar eso y ver a Pedro haciéndose el boludo claramente sabiendo que había algo, me hacía querer salir corriendo, escapar de ahí, de toda esa falsedad y egoísmo.

Me levante del sillón y fui hacia la puerta principal, no tenía nada que hacer acá, los llamados de mi mamá y de Mateo se volvían cada vez más insistentes pero yo no les hacía caso, salí de la casa y comencé a correr hacia el departamento, no quedaba tan lejos de ahí ni tampoco tan cerca, pero eso ni siquiera me importaba ya, tenía la mente en otro lado, en alguien y en el dolor que me estaba causando en este mismo momento, haciendo renacer el odio que antes le tenía.

Alguien me tomó del brazo antes de que crucé la calle y un auto me toque bocina ya que estuvo a nada de chocarme, no me quería dar vuelta y ver su cara, porque ya por su perfume sabía quien era.

— Coni, perdón —me tomó de la cara y me besó, pero me separé, no quería estar con el — Dios, por favor, no me hagas esto.

—¿Que yo no te haga esto? —pregunté sin poder creérmelo — Acabas de terminar todo el mambo que teníamos por solo complacer a nuestros papás, ¡te odio Rulos! —dije empujándolo mientras lloraba. —Sos un pelotudo de mierda, déjame sola.

Me safé de su agarre, dejándolo ahí, solo y triste, pero no tanto como me sentía yo en estos momentos.

Mateo estaba siendo el Mateo de siempre, el de rulos que cagó todo la primera vez y claramente lo estaba haciendo en la segunda, porque personas así no cambian nunca.

🤍🤍🤍

toy re sad

quarentine ; trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora