Dos.

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Siguió viviendo aquella doble vida cada noche.

Y Percy era inteligente, por lo menos algunas veces.
Era por eso que no le había contado a nadie sobre aquellos sueños, ni siquiera a los amigos que había conseguido hacer.

Porque si, resultaba que tenía la habilidad de hacer amigos con facilidad, por lo menos la mayoría de las veces.

—¿Deberíamos regresar? —preguntó la azabache, dejando su tazón vacío en la barra.

—¡Espera, ya casi termino! —le dijo el rubio, con medio rostro enterrado en su tazón de ramen.

Eran solo dos niños de doce años comiendo, pasando el rato.
La cosa era que, ellos en realidad deberían de estar en la academia, no en Ichiraku.

Una vez terminaron y pagaron, caminaron tranquilamente hacia la academia, recibiendo miradas de la mayoría de los civiles.
Su amigo, Naruto Uzumaki, parecía ignorarlas por completo y a ella no le molestaban, pues sabía que no era a ella a quien estaban mirando.
Percy no entendía que era lo que se traía la mayoría contra Naruto y por alguna razón se sentía con la necesidad de cuidarlo.

Naruto no era un ángel, pero cuando estaban juntos, la risas no terminaban, ¿por qué los demás no podían ver lo grandioso que era la persona que caminaba a su lado?

Naruto Uzumaki estaba feliz de tener una amiga de verdad, era por eso que trataba de no pensar en la sensación de atracción que sentía hacia ella. Percy era una niña muy bonita, y quién no lo notara, estaba ciego o había sufrido de un fuerte golpe en la cabeza.
Aún así, tenía miedo de alejar a Percy de él si le confesaba sus inocentes sentimientos: el sentimiento de querer estar con ella, crecer con ella y ser felices juntos.
Habían sido primero amigos y aunque el rubio había notado rápidamente la belleza de la azabache, aquello no fue lo que le hizo desarrollar ese tipo de sentimientos por ella, había sido la manera en la que ella escuchaba atentamente a lo que él decía, el cómo entendía su sentido del humor que otros encontraban fastidioso, y el como le seguía sin dudar cuando él ya estaba pensando en hacer alguna travesura.
Le importaba más su amistad que cualquier otra cosa, no pondría algo tan importante en juego solo por el sentimiento extraño que le hacía sentir mariposas en el estómago.

Se colaron al patio de la academia y corrieron hasta llegar a la ventana de su salón, Naruto se asomó dentro del aula y le hizo una seña a Percy mientras abría la ventana con todo el sigilo posible y entraba, seguido de la azabache.

Estaban parados en la parte trasera del salón, sus compañeros estaban sentados, trabajando y en la pizarra había algo sobre crear un plan de ataque en una situación hipotética. No muchos se dieron de cuenta de que habían entrado por la ventana y los que se dieron cuenta simplemente los miraron de reojo y decidieron ignorarlos.
Excepto, claro, la mejor amiga de Percy.

—¡Percy! —le apuró Hinata, haciéndole gestos para que se acercara a ella—. Iruka-sensei salió a buscarlos hace un rato.

La azabache asintió, era obvio que su sensei se daría cuenta que no estaban.

—Ja, Iruka-sensei no podrá atraparnos si ya estamos en el salón de clases —dijo Naruto, comenzando a caminar hasta su asiento.

Hasta que, fue detenido por una mano tomándolo del cuello de su sudadera, la otra mano de la misma persona, se plantó en el hombro de Percy quien volteó lentamente a su espalda para encontrarse con su sensei, quien les sonreía de una manera más bien tétrica.

La azabache suspiró, se había ganado otra tarde de castigo.

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Abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora