Veintitrés.

812 135 2
                                        

Durante su caminata de regreso a su apartamento, Percy se encontraba bastante distraída.

Su mente se iba volando hasta el problema de Rock Lee, según Tsunade había una probabilidad de 50% de qué todo saliera bien.
Ella aún tenía varios dioses bajo la manga (literalmente), había estado pensando incluso en el dios de la medicina misma, más que Apolo, su hijo, Asclepio.

De todos modos, la Hokage ya sabía que Percy tenía habilidades especiales. Solo era cuestión de que pudieran hablarlo para aclarar las cosas. 

Llegó hasta su departamento, únicamente para encontrarse con tres personas ahí.

—¿Por que todos entran a mi departamento sin permiso? —preguntó ella a los tres adultos y al cerdito, quienes se encontraban sentados alrededor de una mesa y tenían rostros serios.

Percy en realidad se alegraba de tener sus secretos bien escondidos bajo el suelo debajo de su cama, únicamente Jiraiya sabía donde guardaba las cosas de su pasado.
En tanto a lo demás, no tenía nada que esconder, había quemado incluso la máscara que había utilizado durante su proceso de investigación en los archivos del Hokage.

—Te traje el gasto del mes —le dijo Tsunade mientras le pasaba un sobre. Claro, Percy tenía casi 13 años, no le dejaban supervisar su dinero libremente. 

—Y yo traje dulces —dijo Jiraiya, sin verla a la cara. Aún no estaba del todo feliz con ella—. Tsunade quiere saber la verdad sobre ti, ¿por qué no le muestras?

Percy suspiró, y en lugar de tomar asiento en la mesa donde estaban los adultos, camino hasta su baño.

—¿Les molesta si mudamos esta conversación a mi baño? Quiero sumergirme en el agua un rato —les preguntó Percy, Jiraiya pareció entender su intención pues se levantó y la siguió sin decir mucho más.

—Vamos, Tsunade, será más fácil si lo ves antes de que empiece a explicarlo por completo —le dijo Jiraiya a la rubia, ganándose un ceño fruncido de la nueva Hokage. ¿Ver qué?

De cualquier forma, Tsunade también se puso de pie y siguió a Jiraiya y a Percy, con Shizune siguiéndola poco después.
Dentro del baño era un tanto pequeño, por lo que Shizune se tuvo que quedar parada en la puerta para ser parte de la conversación, mientras que Tsunade y Jiraiya se acomodaron a los lados de la bañera en la que la azabache ya se había metido mientras comenzaba a llenarse de agua.

Percy soltó un suspiro aliviado mientras sentía como recuperaba sus fuerzas poco a poco, probablemente esa noche dormiría en la bañera.

—Tsunade-sama —comenzó Percy, sin verla a la cara pues tenía los ojos cerrados—. Soy la hija de un dios. 

Pasaron unos segundos antes de que escuchara un bufido como respuesta de la Hokage. 

—No voy a mentir, las habilidades que demostraste tener cuando te enfrentaste con Orochimaru, pero ¿de verdad esperas qué crea que eres la hija de un dios? 

La azabache abrió sus ojos y miró directamente a la cara a la rubia. 
Tsunade recordaba la expresión en la cara de Percy cuando había peleado con Orochimaru, y la niña que ahora la miraba no era la misma que había sido en ese entonces. 
La Percy de ahora parecía perdida y confundida, tenía los ojos de una niña que había pasado por muchas cosas. Y la Percy de ese entonces no había tenido ninguna expresión en su rostro, más que la sed de sangre brillando fervientemente en sus ojos. 

—Para ser honesta, yo tampoco lo creí en su momento, aún ahora me cuesta trabajo aceptar la realidad, pero ¿qué ganaría yo al mentirle con algo así? —Percy apartó su mirada de ella una vez más, le cerró a la llave de su bañera y se hundió hasta el cuello en el agua—. Si no me cree a mi, puede creerle a Jiraiya. 

Abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora