Nueve.

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—Eso prueba que no podemos confiar en las apariencias —dijo Sasuke después del último ataque—. Debemos continuar con la certeza de que cada uno de nosotros somos quien decimos ser y no impostores con algún jutsu de transformación. 

—¿Qué tienes en mente? —le preguntó Percy mientras ponía una mano en su brazo y le pegaba varias veces con su dedo índice, siguiendo un patrón. De algo les había servido ser vecinos.

—Necesitamos una contraseña —dijo Sasuke apenas asintiendo en dirección de Percy, había entendido el mensaje. 

—¿Qué clase de contraseña? —preguntó Naruto.

—Una secreta, algo que solo nosotros tres sepamos y no hay que confiar en nadie que no lo sepa, sin importar nada —les dijo Sasuke—. Bien, escuchen atentamente porque solo la diré una vez. La pregunta será: ¿cuándo puede atacar un ninja? Y la respuesta es: Un ninja espera que llegue el momento indicado, cuando el enemigo duerme y baja su guardia, cuando sus armas yacen olvidadas en la quietud de la noche. Ese es el momento para que ataque un ninja.

Percy ni en mil años se aprendería eso con solo escucharlo una vez pero de igual manera asintió con la cabeza. Sasuke y ella tenían su propia manera de comunicarse.

No pasaron ni cinco minutos cuando fueron atacados y separados.
Percy siguió el aroma de Sasuke hasta que lo encontró escondido en unos arbustos.

Sasuke levantó su kunai y la miró expectante, no hizo ninguna pregunta. Ella llevó una mano a su pierna y se pegó dos veces seguidas. No era código morse lo que usaban, lo habían hecho ellos mismos cuando no podían dormir en las noches y se comunicaban por la pared de su departamento. Percy acababa de decirle "idiota".

Su compañero asintió, ignorando como lo había llamado pero ahora estaba seguro de que se trataba de Percy.

Entonces, Naruto apareció. Ella olfateó el aire y antes de que Sasuke pudiera preguntarle a Naruto por la contraseña, Percy ya tenía dos senbon en su mano y se las había lanzado al supuesto rubio.

Una la esquivó mientras que la otra le dió otra se le clavó en el hombro como ella quería.

—¿Por qué...? —comenzó a preguntar Sasuke.

—Ningún jutsu de transformación puede contra mi nariz —dijo ella, mirando al rubio fijamente—, ese no es Naruto, no huele como él.

Sasuke confió en ella.

—Sal, quienquiera que seas, se acabó la fiesta —dijo Sasuke mientras empuñaba su kunai, listo para una batalla.

—Esto promete ser muy entretenido —dijo la mujer de Kusagakure después de deshacer el jutsu de transformación, entonces sacó un pergamino de Tierra y ni Sasuke ni ella pudieron detener sus reacciones—. Quisieras ponerle las manos a nuestro pergamino de Tierra, quisiera ser más amable con su pergamino del Cielo.

Dicho eso, llevó el pergamino a la altura de su rostro. Sacó su lengua (increíblemente larga) y abrió la boca grande. Su lengua rodeó el pergamino y poco a poco fue metiendolo dentro de su boca hasta que desapareció dentro de ella.

Que raros son los ninjas, pensó su parte Percy de Manhattan.

—Bueno, cuando todo esto se acabe uno de los dos tendrá ambos pergaminos —volvió a hablar aquella mujer—, y el otro estará muerto.

Dicho eso, Percy vió su muerte frente a sus ojos, la sintió. 
Tal era su sed de sangre.

A su lado, Sasuke cayó de rodillas y vomitó. Percy casi le sigue, pero algo pareció activarse en su interior al sentir que podía morir en ese momento, a manos de esa persona. 
Se sintió diferente, más madura, más poderosa y más miserable.

Abismo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora