Veintinueve.

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Mientras no usará los poderes divinos que le eran prestados, Percy podría estar usando ese jutsu por días, meses, incluso años tomando la apariencia de esa deidad.

Fue por eso que no se preocupó cuando se detuvo a descansar, el poder de Hermes no se iba a ir a ningún lado, no se gastaba. 

Se regañó entonces por no haber llevado algo de néctar o ambrosía con ella pero también pensó que estaba bien pues había sido capaz de llegar con Chōji y curarlo aunque sea un poco; eso no hubiera pasado si se detenía antes en su departamento.

Después de un rato, cuando su respiración se había regulado, siguió su camino.

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Cuando encontró a Neji herido e inconsciente, maldijo en griego en voz alta y se maldijo a si misma interiormente.

Su enemigo parecía ya estar muerto.

Percy se hincó a un lado de él y acarició su rostro, no lloró pero quiso hacerlo, ya no tenía el poder de ningún dios para ayudarle.

Lo cargó en sus brazos, asegurándose que estuviera bien acomodado contra ella para que así el impulso de la velocidad que tenía al correr no le afectara. 
Corrió hacia donde Chōji estaba con Neji en sus brazos y lo dejó a un lado del otro ninja.

Así, si los refuerzos llegaban podrían encontrarlo más rápido y tratarlo.

No había otra cosa que pudiera hacer por él y se sintió verdaderamente mal. Si acaso podría limpiar sus heridas y vendarlo pero aquello no haría ninguna diferencia cuando tenía dos agujeros en su torso. 

Rezó a los dioses sin querer, pidiéndoles que no dejaran que Neji muriera aunque sabía que ellos no existían en ese mundo. 

También se enojó con ella misma por no ser capaz de llorar por la posible muerte de un muy buen amigo. Las lágrimas simplemente no acudían a sus ojos.

Suspiró y se puso de pie.
El sol se estaba poniendo por lo que antes de avanzar comenzó a hacer cuentas, desde Konoha hasta donde había encontrado a Chōji se había hecho una hora, tal vez una hora y media. Mientras se recuperaba del desgaste y encontraba Neji había sido casi el mismo tiempo.

Revisó su antebrazo, la línea de Hermes estaba más arriba de la mitad y un poco más arriba de tres cuartos. 
Miró a sus dos compañeros en el suelo.

¿Podría ir a Konoha, dejarlos en el hospital y volver?

Era una pregunta estúpida, claro que podría. 

Cargó a Chōji en su espalda y a Neji en sus brazos como hace un rato. 
Por el peso tal vez iría un poco más lento que antes pero de igual manera lo intentaría, aquellos dos necesitaban atención médica ya.

Comenzó a correr camino a Konoha.

Por favor, Naruto. Detén a Sasuke hasta que llegue yo, fue lo que pensaba mientras corría.

Sus piernas dolían y era normal después de correr a la velocidad que lo hacía, ahora con peso extra sobre ella. Neji de por si era un poco más alto que ella y Chōji era más o menos de su tamaño, estaba cargando más del doble de su propio peso pero le exigió a su cuerpo tanto como pudo.

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Cuando llegó a Konoha, pasó de largo por la entrada y llegó al hospital donde dejó a los chicos en recepción antes de volver a correr por donde había venido. 
Habían sido casi cuatro horas para llegar a Konoha otra vez pero en realidad no le molestaba, necesitaba ayudar a sus amigos y esa era la única manera.

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