Capítulo 2

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Paré frente a la puerta del laboratorio de biología, recuperando el aliento perdido al subir seis tiros de escalera en treinta segundos. Y también respirando fondo para aguantar algunos minutos con aquella ignorante de Carvajal.

- ¿Que está esperando ahí, Valdés? - escuché aquella voz irritantemente metida preguntar, tan pronto como solté mi último suspiro derrotado.

- No lo sé, pero no tengo todo el día.

No voy a comentar de cuántas maneras y con cuántas palabras diferentes la he maldecido mentalmente antes de girar la manija de una manera grosera y entrar en la sala. Me senté en el asiento más lejos posible de ella y puse mi estuche sobre la encimera. Saque mi lápiz del estuche, todo para no tener que encararla, no pude dejar de notar la sonrisita ridícula en su cara.

- ¿Estudio? - aquella voz repugnante preguntó, burlesca como siempre. Como si yo necesitara, y como si hubiera tenido tiempo de estudiar en cuarenta minutos.

- Si lo hice, pero no tengo todo el día. -Respondí, mal educada, aún sin encararla. - Entonces sería genial si usted me entregara la prueba de una vez.

Sin nada para responder, obvio, y con la mayor cara de macarrones sin salsa, ella se levantó y vino en mi dirección con la prueba en las manos. Paró detrás de mí, y apoyó sus brazos en el escritorio, uno a cada lado de mi cuerpo.

- Debes pensar que no tenemos nada en común. - Ignoré aquella frase innecesaria, me encogí para disminuir la proximidad entre nosotras, y arranqué la prueba que estaba debajo de su mano. Comencé a llenar el encabezado, y antes de que pudiera hacer cualquier cosa, sentí su aliento caliente muy cerca de mi oído. - Y eso es lo que más me fascinada en ti.

Dejé de escribir, y una ola de miedo se apoderó de mí. Abrí la boca para decirle lo que pensaba de ella, pero fui interrumpida por su brazo, que luego me abrazó por la cintura con firmeza e hizo mi pánico aumentar.

- ¡Suéltame! -Exclamé, y sin pensar, enterré mi lápiz de punta fina en su brazo. Ella soltó el aire pesadamente, intentando no gritar de dolor, y se alejó. Tomé mi estuche, desesperada, y la última cosa que vi antes de salir del laboratorio, con las piernas hechas gelatina por el pavor, fue ella arrancando el lápiz que estaba clavada en su brazo.

***

- Buenos días, clase. - dijo la profesora Renata, al llegar a la sala, y pasando por la puerta, dio una buena mirada a un grupo de atletas de la clase, que retribuyeron su mirada de la misma forma. La Srta. Renata era nuestra profesora de inglés, consagrada en la escuela por su óptimo método de enseñanza y elaboración de actividades extracurriculares exitosas. Actividades que incluían, por supuesto, las peticiones con alumnos. No debía ser fácil aguantar aquel montón de testosterona fresca provocándola en el auge de sus 25 años. Morena, alta y envidiada de la cabeza a los pies, parecía una modelo, y según las malas lenguas, una cierta profesora moría de amores por ella.1

Esmeralda Pimentel. No tengo ganas de hablar de ella cuando veo a las dos conversando por los pasillos.

Volviendo a los hechos, la Srta. Renata pronto empezó a pasar materia, y como yo era de leer antes de copiar, empecé a escribir. Después de quince minutos y una pizarra llena de materia, la maestra se sentó en su silla y de allí se quedó observando los idiotas musculosos que se sentaban en el fondo y se reían de alguna tontería que alguno de ellos había hablado. Sobre fútbol, ​​claro, porque era el único asunto del que ellos entendían algo a punto de reírse de alguna broma al respecto.

Yo particularmente no veía nada más en esa señorita. Renata. Por más que ella fuera hermosa y aparentemente simpática, algo en ella me incomodaba. Fuera el hecho de que ella podía tener a la Srta. Pimentel arrodillada a sus pies cuando quisiera. No sé, mi santo no golpeaba mucho con el suyo, creo que era eso.

MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora