Capítulo 18

2.8K 184 54
                                    

Claridad. La jodida claridad.

Abrí mis ojos despacio, adaptando mis pupilas a la luz que se extendía en la habitación, y así me quedé por algún tiempo: pensando si debería girar y dormir de nuevo, sintiendo cada parte de mi cuerpo reclamar de cansancio (y algunas partes específicas que se quejan de dolor), o simplemente mirando a la nada.

Escuché un suave ruido interrumpiendo el silencio divino, y cerré perezosamente los ojos. Parece que alguien ya estaba en el piso de abajo. Y ese alguien sólo podría ser Esmeralda, que no estaba a mi lado, ya que su lugar en la cama estaba vacío por lo que mis manos pudieron tantear.

De repente, todo vino como un flash en mi mente. Pesadilla. Bajar. Cocina. Fresas. Mostrador.

Valentina.

Me vi sentada en el instante siguiente, despeinado y con el corazón acelerado. Entonces había sido verdad. No había imaginado ni soñado nada de eso. Jamás podría inventar algo con ese grado de realidad, que me hiciera estremecer sólo de recordarlo.

Apoyé mis codos en mis rodillas dobladas, enterrando mis dedos en mi cabello y echando mi cabeza sobre las palmas de las manos. Cierro los ojos, sintiendo la somnolencia volver a dominarme y el dolor por los movimientos bruscos se manifiestan, y balanceé la cabeza levemente en negación. Desaprobando mi actitud, y al mismo tiempo, totalmente derrotada por lucha contra ella. Era simplemente imposible resistir el mero recuerdo de todo aquello que intentaba desesperadamente rechazar.

- Esta noche va a hacer mi noche... - Escuché a Esmeralda cantar en el piso de abajo, nítidamente tratando de no despertarme, pero el silencio era tanto que hasta sus susurros serían perfectamente audibles.

Intenté sonreír, imaginando su carita de felicidad, pero no lo conseguí. Me sentía hueca, sin emociones. Todo parecía automático, programado, fríamente calculado, como si fuera una verdad absoluta: amaba a Esmeralda, pero mi cuerpo, mis instintos, un grito en el fondo de mi alma llamaba a Valentina. Y ese grito era tan ensordecedor que me dominaba por completo, me hacía perder la noción y el sentido de cualquier cosa... Sólo se callaba cuando estaba con ella.

Volví a acostarme, o mejor, eché mi cuerpo pesadamente de vuelta a la cama, mirando a la nada, y dejé un suspiro escapar de mis pulmones, denunciando mi desesperación. Los recuerdos de la noche anterior continuaban más que frescos en mi mente, pero no quería dejarme llevar por ellas. Me sentía extremadamente sucia por caer en la tentación de nuevo, pero en cierto modo el dolor ya no era tan sofocante, así como la culpa parecía menor, aunque sólo un poco. Si tuviera al menos un poco de juicio, estaría ocurriendo lo contrario, y sería prácticamente imposible respirar, sería mucho el peso de mi remordimiento. Pero la sensación de estar con Valentina, tener su piel caliente y suave contra la mía, sentir que me tiraba cada vez más cerca de sí, su perfume envolviéndome, asfixiándome, como un tipo de gas letal, extasiando mi cuerpo entero y acelerando mi corazón como nunca. Por lo visto, estaba segura en cuanto a mi propio carácter: realmente no podía hacer nada. Apestaba.

Dejé mis ojos perderse en el techo blanco, pasando rápidamente por la fase de la aceptación y concentrándome en decidir qué hacer de aquí en adelante. ¿Para qué martirizarme por algo irreversible, por más que ese algo aún podía contra mí? Solo era llorar por la leche derramada; dejaría de jugar como una niña o encararía aquella situación con el mínimo de madurez que ella requería para que no pagara los acontecimientos de la noche anterior.

Sólo respiré profundamente, dejando que el oxígeno ahogar las imágenes de Valentina de mi mente, y tomé una decisión: necesitaba mantenerme íntegra, aunque sólo externamente, por una única y esencial razón en mi vida. Esmeralda. A partir de este momento, tendría que ser firme, y esta vez, enserio. Ya había dejado que tres deslices sucedieran, y si realmente pretendía mantenerme firme en mi decisión, jamás permitiría que una situación como aquella se repitiera. De ahora en adelante, no iba a pensar en ella, ni siquiera dejar que su mero recuerdo o presencia me afectara.

MY BIOLOGY 1 Y 2 (Adaptación Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora